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A la mañana siguiente descubrí que podía tener más ansiedad que antes dentro del comedor. El desayuno había sido exactamente el mismo panorama, a excepción de que era demasiado temprano y el sol a penas se vislumbraba por el agujero del pozo. Las personas fueron entrando al comedor después de Jk y yo hasta que estuvo a reventar de nuevo y quise desaparecer.

El problema es que cuando supuse que Jk me diría para irnos después de comer...me llevo detrás de la barra de comida. Pasamos unas puertas dobles que se abrían con solo empujarlas y casi abrí la boca hasta el suelo cuando vi la cocina tipo industrial al frente de mí.

Nadie nos prestó mucha atención esta vez, ya que había varias mujeres y hombres con delantales caminando de un lado a otro o en alguna estación preparando o cortando alimentos. Solo nos lanzaban una mirada y seguían en lo suyo.

—Jk, que sorpresa. —dijo un hombre castaño, casi rapado y alto con cara dulce, pero brillaba en sus ojos la autoridad y que era mejor no meterse con él. Llevaba un delantal blanco cubriendo su ropa. — ¿Ocurre algo? ¿Algún inconveniente con el desayuno hoy?

Jk negó con la cabeza y noté que le dio una leve sonrisa. Algo que me pareció extraño. Jk no le sonreía a todo el mundo.

—Descuida, Jin. No ocurrió nada, todo estaba delicioso. En realidad, vengo a pedirte un favor.

Jin se sorprendió un segundo.

— ¿Qué favor?

— ¿Puedes darle un trabajo? —Jk me señalo y abrí los ojos de la impresión. No esperaba eso. — Necesito que gane su propia energía antes de que se aburra de estar solo detrás de mí.

Fruncí el ceño.

Jin me miro por primera vez y no pude evitar notar un poco su molestia al verme.

— ¿Sabes cocinar?

Balbucee.

¿Sabía o no sabía? ¿Habría tenido siquiera una casa y una cocina propia como para decir que cocinaba a diario para mí? No lo sabía.

—Yo...la verdad es que...

—Hará lo que le digas. —me interrumpió Jk y ese comentario me desagrado a un nivel que no sabía hasta ahora que podía llegar a tener. —Sabrá adaptarse, créeme. No se va a quejar y si algo sale mal, habla conmigo. Pagare los platos rotos.

Eso último hizo que Jin lo mirara de nuevo.

— ¿Seguro que pagarás si ella arruina algo aquí adentro? —Jk asintió una vez y Jin se encogió de hombros. — Bueno, si tú lo dices. Aunque tienes que saber que aquí nadie le va a dar un trato especial por ser tu novia, ni aunque yo lo pida lo harán. Solo para que lo tengas en consideración.

Hice una mueca de asco. Ya era la segunda vez que me decían que era la novia de Jk y la simple idea me repugnaba.

—No espero que tenga un trato diferente. Además, corta ese cuento, no es mi novia.

Jin levanto las manos con una sonrisa burlona.

—Oye, eso es lo que dice todo el mundo. Que te fuiste como algunos hombres aburridos de la vida para enamorar a una chica y luego traerla aquí como su pareja. Nadie te juzgaría por eso, quizás por el hecho de que sea de la Ciudad Amurallada, pero más nada. Así que no tienes que negarlo.

Jk negó con la cabeza.

—Solo dale trabajo, Jin. Tengo cosas que hacer como para perder tiempo con esto.

—Bien. Le daré cinco piedras al mes.

Jk se cruzó de brazos.

—Dale diez.

El tiempo rojo (Bilogía El Tiempo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora