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Caminaba como un autómata, no sabía cómo era capaz de dar pasos o de respirar cuando estaba consciente de que iba camino al principio de mi fin. La esperanza de la libertad y una vida tranquila se estaba evaporando más rápido de lo que podía imaginar, incluso me estaba dominando y me hacía temblar el miedo irrefrenable de no saber que iba a ser de mi o de si volvería a ver a Jungkook o a mis amigos.

El Laboratorio Estrella era uno de los rascacielos más grandes que había visto en el Ágora y acceder era mucho más protocolar que entrar a la Ciudad. A los guardias les pidieron identificación y a mí me escanearon la retina ocular antes de ingresar.

Los pasillos no eran tan llamativos como pensaría, todos eran repetitivos con las paredes de color crema y señalizaciones en cada esquina. Había varios ascensores y me hicieron subir a uno que indicaba que solo iba a los pisos superiores al número 20.

Subí con solo dos guardias y duramos allí encerrados en completo silencio unos minutos en los que pensaba lo raro que era que las pocas personas con batas que había visto allí en el edificio no paraban de mirarme. Eso me dio la sensación de estar de nuevo en el Páramo. También, mientras subíamos podía ver a través del cristal que el ascensor tenía como paredes, como la Ciudad se ampliaba y mi vista se clavó en el edificio del Grupo Especial de Seguridad de la Ciudad, donde estaba Jungkook a varios kilómetros de mí.

La planta 25 me dio la bienvenida cuando las puertas del ascensor se abrieron. Era un pasillo vacío y silencioso al que solo se escuchaba el ruido que hacían nuestras pisadas a medida que avanzábamos.

Tuve la fantasía de hacerle frente a los guardias, de dejar a relucir todo lo que había aprendido durante mi entrenamiento en el Páramo. Pensaba en dejarles noqueados para luego ir hacía Jungkook y huir...pero era algo que no iba a lograr nunca. Había cámaras de seguridad en los pasillos, estaba desarmada y agotada, sin contar el miedo, y además...no sabría a donde correr si lo ameritaba. No conocía los recovecos de la Ciudad para poder esconderme.

Mi mejor estrategia por el momento era intentar estar serena y ver a donde me llevaban. Ya encontraría la forma de sobrellevar la situación...o al menos era lo que me decía para darme ánimos.

Un guardia toco la puerta identificada con el número 25-58 y una pequeña placa que dictaba: Dr. Min Yoongi.

A los segundos el panel de la puerta que tenía una zona con una luz roja se tornó verde y esta se abrió sola, dejando una amplia habitación llena de estantes de vidrio, una mesa con laptops y otras con cuadernos y libros abiertos. También la pared de cristal que daba a la ciudad estaba llena de papeles pegados y rayada con marcadores borrables con ecuaciones y anotaciones.

Casi pegue un brinco cuando los guardias me movieron a la derecha, hacía un hombre con lentes, guantes y bata blanca que estaba de pie frente a un microscopio sin prestarnos atención. Lo único por lo que podía dar a entender a qué sabía que estábamos allí era porque tenía un pequeño aparato en las manos del cual apretaba un botón y lo apuntaba a la puerta. Cuando noté que la puerta detrás de nosotros se cerró, entendí que manipulaba la puerta con ese control.

—Si no es la carga de tubos de ensayos que pedí, retírese. —habló con una voz queda, pero aun así daba a entender que no quería escuchar a nadie llevarle la contraria. No estaba de humor. — Estoy demasiado ocupado y solo tengo una hora de sueño y cinco tazas de café en el día.

Fruncí el ceño. Conocía esa voz.

—Doctor Min. Ya teníamos ordenes de venir en caso de que la señorita Chevalier volviera. —respondió uno de los guardias que me estaban escoltando. —Y el señor James Hill Nos dio órdenes de traerla a usted para que la examinará.

El tiempo rojo (Bilogía El Tiempo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora