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Jk se fue y no pensé que ese hecho me pudiera hacer sentir vacía en cierto sentido. Era la única persona que sabía toda la verdad, hasta ahora, sobre mí. Por lo que ahora estaba más intranquila por los pasillos cuando las personas me miraban o decían cosas de mí. También había notado que Tom y Lea junto a sus respectivos grupos me trataban aún peor que antes y era tanto así que un día me enfurecí y entre a la oficina de Jin sin tocar la puerta.

—Estuviste presente cuando le dije a Jk que no ibas a tener un trato diferente al resto, Danger. —me dijo Jin después de soltar un suspiro de cansancio al escuchar mis quejas a cuanto al trato que Vivi y yo estábamos recibiendo. — En dos días será tu primera paga, así que no hagas que tenga que retrasarlo solo porque tu comportamiento no es adecuado.

Apreté los puños por la injusticia de aquello. No era para nada justo y no creía que estuviera pidiendo algo tan difícil.

—Te dije que no a iba funcionar quejarse, Danger. —me dijo Vivi al verme salir enojada. —no hay manera de que nos traten de manera diferente.

—Y yo ya te dije que quedarse callados no es una manera de resolver las cosas. ¿Por qué tanto empeño en seguir las normas si ni siquiera se preocupan con tratar a las personas con amabilidad y respeto?

Vivi no me dio la respuesta, la obtuve sola cuando dos días después Jin nos hizo enfilar en la cocina para darnos una pequeña bolsita a cada uno.

—Úsala bien. No porque seas novia de Jk debes ser una derrochadora. —me dijo Jin al entregarme la bolsa.

La abrí cuando estuve alejada del resto y Jin nos dejó seguir con la rutina. Adentro de la bolsita había ocho pequeñas piedras negras no más grande que la uña de mi pulgar y fruncí el ceño. No dije nada y la guardé en los bolsillos de mi pantalón para seguir trabajando.

— Jk te explico cómo usarla, ¿no? —pregunto Vivi cuando me vio revisando una de las piedras en nuestro descanso.

Negué con la cabeza y vi el horror en sus ojos antes de girarse y ver detrás de ella como si se estuviera asegurando de que nadie estuviera escuchando. Se agacho a mi lado y tomo mis manos para que tapara la piedra con las mías.

—Sera mejor que la guardes. No es seguro que la tengas al descubierto.

Fruncí el ceño.

— ¿Por qué?

— ¿Cuántas recibiste este mes Vivi? —dijo Alek, el amigo de Tom, desgarbado y con barba que lo hacía lucir mucho más viejo.

—Yo...la misma cantidad de siempre.

El hombre estiro la mano y vi como Vivi saco su bolsita y veía lágrimas acumularse en sus ojos.

Fui rápida para entender lo que iba a pasar, así que no pude evitar reaccionar y arrancarle la bolsita a Vivi antes de que se la entregará a Alek, el cual me miro con el ceño fruncido al verme de pie escondiendo la bolsita a mi espalda.

— ¿Por qué ella debería dártela?

Alek bufó y estiro la mano hacía mí.

—Sera mejor que me entregues la bolsa de ella, a no ser que quieras entregar la tuya también.

No me moví o hice algún movimiento, su amenaza no me daba miedo o me ponía intranquila. Escucharlo era como escuchar a un niñito pequeño haciendo una rabieta.

—¡¿Me escuchaste?! ¡Entrégamela!

—Danger...—susurro asustada Vivi tomándome del brazo cuando Alek dio un paso hacía nosotras.

—No tenemos por qué entregarte nada. Déjanos en paz.

—Ella me debe, cerebrito.

— ¿Qué te debe? —fruncí el ceño.

El tiempo rojo (Bilogía El Tiempo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora