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El lugar tenía luces de navidad colgadas y algunas farolas para iluminar la estancia, pero aun así el ambiente era tenue y se notaba el reflejo del agua sobre el suelo y la piel.

Se escuchaba a las personas riendo y escuchando... ¿música? Había un grupo de chicos tocando una batería, flautas, trompetas y una guitarra acústica en una esquina y que gracias a lo cerrado del lugar se escuchaba como si estuviera cerca.

Eso me sorprendió. Sabía lo que era la música, pero no la había escuchado desde que desperté y eso hacía que me sonara algo raro por la impresión, por lo que sentía que mis oídos y mi cabeza protestaban por el sonido a pesar de que no estaba tan elevado. Reprimí el impulso de taparme los oídos cuando Vivi me hizo una señal para ir a un sitio en concreto.

Habían colocado varios sofás, sillas, alfombras y mesas de diferentes tipos, colores y estilos para hacer una gran sala pero que en el centro estaba despejada para que las personas bailaran al ritmo de la música.

Fue por todas esas razones por las que no sentí tantas miradas sobre mí y me sentí más ligera. Cada quien estaba en lo suyo: bailando, charlando, riendo, jugando o bebiendo de botellas de vidrio (suponía que era alcohol por el color ámbar del líquido).

—Chicos, atención. —hablo Vivi haciendo un movimiento gracioso y exagerado con el brazo a un grupo de tres personas que estaban entre un mueble rojo y una alfombra oscura. La charla amena y divertida que al parecer habían tenido se detuvo cuando me vieron. —Les quiero presentar a Danger. Es nueva en el Páramo y quiere tener amigos.

La mire de reojo.

Yo jamás había dicho que quería tener amigos, hasta ahora había dicho que quería conocerla a ella, saber si podía confiar en la amistad que me ofrecía. Eso era muy diferente a intentar meterme de cabeza en medio de un nido de personas que sabía que me odiaban.

Aun así, solté una leve sonrisa e hice un saludo con la mano para no parecer malagradecida cuando uno de los hombres (el que era delgado, tenía ojos rasgados, cabello oscuro, usaba ropa holgada y lentes redondos y algo sucios) dio espacio en la alfombra para que nosotras nos sentáramos.

Los otros dos eran otro hombre rubio con los ojos más azules que había visto en mi vida y una mujer de tez oscura y cabello corto. Estos dos estaban tomados de la mano en el mueble y no despegaron la mirada de mí al igual que el otro hombre.

—Te presento. —siguió Vivi como si no se estuviera dando cuenta de la incomodidad de todos. —Este es Chan y los dos tortolitos son Jean y Ashanti.

Chan me regalo una leve sonrisa y Ashanti levanto una mano en señal de saludo, pero Jean rodo los ojos con fastidio y bufo. Claramente era a quien menos le agradaba la idea de mi presencia...o quizás era a quien no le gustaba tener que disimular las cosas.

— ¿Ahora somos una organización de caridad o algo así? —pregunto Jean a Vivi. — ¿Sabes lo que dirán los demás al vernos con la cerebrito y que de paso es novia de Jk?

Me mordí la lengua cuando quise negar lo último, pero preferí guardar silencio por el momento.

Vivi se encogió de hombros.

— ¿Crees que puedan decir más de un grupo extraño como nosotros? Te recuerdo que somos una analfabeta—se señaló así misma, luego a Chan que estaba a nuestro lado bebiendo del pico de una botella. —el hijo de un criminal, la que cree en Dios todavía—señalo a Ashanti, la cual bajo la cabeza algo avergonzada y note que tenía un relicario que tenía grabado una cruz. — y por supuesto, tu, el que nació en la Ciudad Amurallada y no tiene un coeficiente intelectual tan alto. Claro, no somos para nada raros y no hablan nada de nosotros.

El tiempo rojo (Bilogía El Tiempo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora