Caminaba sin rumbo fijo por el Páramo. Recorrí varios pasillos y el pasadizo mirando mis propios pies. Ignorando a mi alrededor y solo reproduciendo una y otra vez en mi cabeza el primer recuerdo coherente y completo que tenía desde que desperté en el bosque.
Solté mi cabello y me cubrí el rostro para que nadie se fijará tanto en mí. De esa manera dudaba que se dieran cuenta que era yo. Varias mujeres de la Guardia podían tener mi contextura y altura, así que podían pasarlo por alto por unos minutos.
Llegue hasta la laguna que por la hora estaba rodeada por varias personas, era hora para lavar. Aun así, no eran tantas personas como para salir huyendo, era el único lugar que podía estar más desolado y que Jk quizás no buscaría.
Camine por el camino de tierra húmeda y piedras que bordeaba el agua hasta caer sentada al lado de una piedra muy cerca de la cascada. Allí la piedra servía para cubrirme y el agua me salpicaba como si fuera lluvia, además de que el sonido era estruendoso como para permitirme soltarme a llorar sin miedo alguno.
Cuando la luna apareció y se vislumbraba desde el hueco por donde entraba la cascada a cientos metros de mi cabeza, ya estaba toda empapada por el agua que me salpicaba y me abrazaba a mí misma por el frío. La laguna quedo desolada a esa hora y la temperatura empezó a descender, pero aun así no me moví de lugar, aun no quería volver a la realidad. Deseaba con todas mis fuerzas que estuviera teniendo una pesadilla horrible.
Todavía escuchaba los sonidos y las imágenes del recuerdo aún no se iban, como si fuera una película que no podía dejar de reproducirse. Además de mis propias palabras que me hacía imaginar jaulas y me hacía pensar: ¿Qué clase de vida tenía en la Ciudad Amurallada?
—¡Al fin te encuentro! —Me gire sobresaltada a ver a Jk que se asomó por un lado de la piedra que me escondía. Parecía aliviado. —Estaba a nada de pensar que te habías escapado y...
Se freno al ver mi estado y se apresuró a tomarme de los hombros para ponerme de pie y apartarme del agua a pesar de que estaba buscando alejarlo de mí.
—¡¿Estas loca?! Podrías enfermarte. —dijo buscando alejarme de mi escondite a pesar que lo empujaba.
—¡Suéltame! —le grité.
Jk se asombró y levanto las manos en son de paz.
—¿Qué te ocurre?
—¡Déjame en paz!
Volví a acurrucarme al lado de la piedra y oculté mi rostro entre las rodillas sin importarme que él estuviera de pie a poca distancia mirando como me derrumbaba. No sería la primera vez que me veía llorando o destruida, en el río me había visto peor.
Escuche sus pasos acercarse un poco y con el sonido que hacían sus pisadas contras las rocas, me apretaba más a mí misma.
—Háblame, Danger. —habló con suavidad, pero al mismo tiempo note su miedo y duda. — Siempre eres tú la que quiere hablar, no te cierres ahora.
Escucharlo decir mi nombre de nuevo me quebró. Nunca lo decía porque seguramente una parte de él todavía no toleraba muchas cosas de mí y quería tener cierta pared que nos dividiera. Entonces, ahora que podría estar poniendo en peligro el plan, era el momento donde quería acercarse más.
— ¡Estoy harta, Jk! —le grite levantando el rostro para verlo a los ojos y notará todo mi enojo. —¡Harta de este lugar y la Ciudad Amurallada! ¡Estoy harta de no entender todo! ¡Estoy harta y cansada!
Estaba arrodillado frente a mí y pude notar como con cada palabra nueva que soltaba su mascara de indiferencia se iba cayendo poco a poco.
—¡Estoy harta de nosotros dos! Tenemos un raro acuerdo, donde intento convencerme todos los días que podemos llevarnos bien y que podríamos ser amigos, pero no es cierto. Ambos seguimos fingiendo por un mismo fin y sé que en el fondo me sigues odiando como el primer día.
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El tiempo rojo (Bilogía El Tiempo #1)
Science FictionDicen que el fuego es quien hace correr a todos, lo que hace que la gente sienta miedo o se sienta en peligro y esa fue la sensación que sintieron las personas del Páramo al tener a una nueva inquilina que no tiene idea de quién es, pero que con sol...