El sonido de las gotas de lluvia golpeando la ventana llena la habitación y por un momento, no puedo concentrarme en nada más que en eso. No me gusta la lluvia. Después de todo, enterraron al amor de mi vida en un día lluvioso, y sin ningún rayo de sol asomándose por el sombrío cielo. Supongo que tiene sentido, un día triste para un momento triste. Pero yo no quería que fuera así. Yo quería que su ataúd estuviera rodeado de fragantes flores y que un cálido sol se posara sobre todos los presentes. Creo que de esa forma se hubiera mostrado mejor su personalidad, un recordatorio de lo que era en vida, y no de lo que quedó de su fantasma. Una promesa de que todo va a estar bien, en lugar de un recordatorio de que jamás podré volver a ver su rostro sonriente y su cabello rebelde.
Yo quería más tiempo a su lado. Aún lo quiero, aunque sé que es algo imposible de conseguir, pero eso no hace que deje de desearlo. Yo quería muchas cosas. Las sigo queriendo. Pero, sabiendo que hay algunas situaciones que no podría cambiar por más que lo intentara, el único arrepentimiento que me queda, es el hecho de que no pude despedirme.
La persona que más amo en el mundo se fue y yo no pude despedirme.
—¿Quieres decirme la razón por la que estás aquí? —pregunta mi psicóloga, sacándome de mis pensamientos, más no de mi agonía.
Regreso mi vista hacia ella, para después echar un vistazo al consultorio a mi alrededor. Libros de psicología se exhiben en los libreros pegados a las paredes, y unos más se posan en la pequeña mesa que hay entre nosotros, justo al lado de una caja de pañuelos que sospecho que necesitaré pronto. Me aferro a mi asiento, un sillón de cuero en tonos marrones, idéntico al que está frente a mí, y en donde se encuentra ella esperando pacientemente mi respuesta.
—Mi pareja murió —digo, con una voz tan débil que temo que no me haya escuchado. Pero siento que si lo digo más fuerte, el peso de la verdad terminará aplastando lo que queda de mí.
—Y vienes aquí porque necesitas ayuda, ¿no es así? —dice, confirmando que escuchó mis palabras, volviéndolas más reales de lo que me gustaría que fueran—. Aceptar que necesitas apoyo es uno de los primeros pasos a dar si quieres sanar.
¿Sanar? Yo solo quiero que esta sensación punzante en mi corazón pare. Quiero que el dolor desaparezca, estar bien para las personas que me importan, y deshacerme de toda la tristeza que invade mi ser. Si eso es lo que significa sanar, entonces no lo quiero, lo necesito.
—Hay personas que dependen de mí —explico, mientras veo sus rostros pasar por mi mente—. Necesito estar bien por ellos.
—¿Por qué no comenzamos por el principio? —sugiere, adoptando una postura más relajada, tratando de disminuir la tensión en mí, lo cual para este punto, me parece imposible—. Cuéntame cómo se conocieron, cómo fue su relación, todo lo que pasó hasta llegar hasta este momento.
—Es una historia larga —digo, sintiendo como las lágrimas se acumulan en mis ojos, amenazando con caer al igual que la lluvia—. Además, no es algo que se pueda expresar con simples palabras.
—¿Entonces cómo lo quieres hacer? —me pregunta, con una mirada alentadora en su rostro—. Necesitas sacar lo que sientes de alguna manera.
No conozco una mejor manera de expresar mis sentimientos, que con el lenguaje de la música. Las notas que componen una melodía son capaces de transmitir más que cualquier palabra.
Saco mi teléfono de mi abrigo y abro el reproductor de música, para después colocarlo sobre la mesa, con la pantalla encendida mostrando una canción en pausa. La foto plasmada en el reproductor es de nosotros dos juntos. La imagen de una pareja feliz y completamente viva, y de la que ya no queda nada, porque una parte de mí también murió junto a mi amor.
—La canción se llama Notas para Elías —explico, está vez, sin poder evitar que las lágrimas empiecen a caer por mis mejillas—. Cada quien compuso una parte, y no solo nosotros dos, también nuestros amigos, nuestra familia. Cada conjunto de notas representa un punto de vista distinto, una parte de nuestra historia. Escuchar la melodía es como vivir nuestra relación por primera vez. Como algo nuevo, algo presente.
Mi psicóloga asiente, comprendiendo que esto es mucho más fácil que obligar a las palabras a salir de mi garganta.
—Entonces hay que escucharlo.
Acerco mi mano temblorosa al icono de reproducir, y en cuanto la música empieza a sonar, las notas de nuestro amor llenan todo el lugar.
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Notas Para Elías #PGP2024
RomanceSi supieras que te queda poco tiempo de vida... ¿Qué es lo que harías? ¿Te aferrarías a la única pizca de esperanza que te queda? ¿Empezarías una lista de cosas por hacer antes de morir y dejarías notas de despedida? ¿Tratarías desesperadamente de d...