Emma
Yo nunca he sido una chica que destaque demasiado. Mi cabello castaño ondulado y mis ojos marrones son tan comunes que llamarlos extraordinarios es un exagerado uso de la palabra. Pero si hay un momento en el que resalto más que cualquier otra persona, es cuando toco el piano. Cuando me dejo llevar por la música y mis dedos tocan las teclas formando una melodía armoniosa, siguiendo la partitura al pie de la letra, sin errores, sin fallos. Una técnica impecable, en palabras sencillas. Pero aún con mi excelente interpretación, mis notas están lejos de ser perfectas. Hay algo que me falta, y sé que no soy la única que se da cuenta.
El sonido del piano resuena por todo el teatro y soy capaz de sentir las miradas de mis compañeros en mí. Ellos se encuentran sentados en las primeras filas de butacas, junto con la maestra, y no necesito verlos, para saber que mi melodía no está conmoviendo a nadie.
Mis movimientos se vuelven acelerados y me siento ansiosa por terminar la canción, y cuando lo hago, solo escucho algunos aplausos por compromiso de parte de la clase.
—Esa fue una buena presentación, Emma —comenta Abigail en cuanto los pocos aplausos cesan. Ella es la mejor maestra que he tenido durante mi carrera en la Escuela Superior de Arte. Una mujer experimentada en el campo de la música y que ha dedicado los últimos años de su carrera a la enseñanza.
Sé que ella ha decidido poner toda su fe en mí. Me dice que tengo talento y que puedo lograrlo, pero últimamente, parece que no hago más que decepcionarla. Ella es una persona que siempre anhela la perfección y cómo sus estudiantes, nos exige dar lo mejor de nosotros. Pero estoy segura que mi presentación no logró alcanzar el nivel que ella esperaba, así que solo me queda prepararme para que me de sus observaciones en frente de todos.
—Tu técnica como siempre es espléndida Emma. Las notas cayendo siempre en su lugar, la afinación, el sonido; es hermoso, pero...
A pesar de que mi pieza musical está bien ejecutada, sé que está lejos de ser perfecta, ya que por mucho que quiera ignorarlo, me falta la cualidad más importante de cualquier músico: el sentimiento.
—Aún si la canción tiene una técnica impecable —continúa Abigail, haciendo resonar sus tacones mientras camina frente a los estudiantes—. No transmite ningún sentimiento. Se siente vacía.
Aunque lo sé, no logro entenderlo del todo. Siempre que escucho a mis músicos favoritos tocar una pieza músical, mi piel se eriza y siento como mi corazón empieza a latir al son de la melodía. Esas son las emociones que quiero que el público sienta al escucharme tocar, pero no sé cómo transmitirlo ni como poner mis sentimientos en las notas musicales.
Tocar un instrumento me resulta sencillo, solo se trata de pisar las notas siguiendo el tiempo y ritmo adecuados, mover los dedos con fluidez y seguir la partitura que tengo delante de mis ojos. Ya hay una fórmula para eso, pero no hay nada que me diga como darle vida a una canción.
Una parte de mi esperaba que mi técnica fuera suficiente para que mi música sea perfecta, pero ahora sé que no es así.
—Un músico necesita tanto los sentimientos como la técnica —explica Abigail—. Van relacionadas. No pueden funcionar uno sin el otro y hasta que no encuentres esa inspiración que necesitas para tocar, no podrás alcanzar tu máximo potencial.
Los sermones de Abigail se han vuelto más severos que antes. Yo sé que de nada sirve tocar a la perfección si nadie quiere escuchar mi música. Y al igual que todos los músicos, tocar una melodía vacía es mi peor pesadilla.
—Intentaré mejorar —digo, porque para este punto, eso es lo único que puedo hacer: intentar.
Le doy un último vistazo al piano frente a mi antes de salir del escenario, para después, sentarme en las butacas de enfrente, junto al resto de mis compañeros.
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Notas Para Elías #PGP2024
RomanceSi supieras que te queda poco tiempo de vida... ¿Qué es lo que harías? ¿Te aferrarías a la única pizca de esperanza que te queda? ¿Empezarías una lista de cosas por hacer antes de morir y dejarías notas de despedida? ¿Tratarías desesperadamente de d...