Elías
Empiezo a abrir mis ojos lentamente. Mis párpados se sienten pesados, mi cabeza duele y mi pecho se siente incómodo. Todas son sensaciones que, por desgracia, ya conozco bien. Trato de adaptarme a la poca luz del lugar, y logro reconocer el techo sobre mí, es uno muy familiar, es el techo de una habitación de hospital.
Muchas personas no se fijan en esos detalles, pero cuando pasas demasiado tiempo acostado bajo uno, reconocerlo es más sencillo de lo que parece.
Me acomodo en la cama con dificultad, hasta lograr tener a mi vista la ventana, la cual está alumbrada únicamente con el brillo de las estrellas y la luna.
«¿Cuánto tiempo habrá pasado? ¿Un día entero? ¿Tal vez más?»
Los recuerdos de la graduación empiezan a acumularse en mi cabeza. El resonar de la batería en mis oídos, la dulzura en las notas de Emma y junto a ellas, el sonido distante de sus súplicas.
No debí haberle mostrado esa parte tan débil de mí.
Vuelvo a acomodarme en la cama, como si eso fuera a disipar mis complicados pensamientos. Me giro para darle la espalda a la ventana y a una luz que me dice que no todo es oscuridad. Me volteo hacia donde debería estar la puerta, pero en lugar de encontrar una sólida salida de madera, veo una figura familiar frente a mí, que parece dormir de forma incómoda en una silla junto a mi cama.
Su cabello está acomodado en una trenza despeinada y puedo notar ligeras manchas oscuras bajo sus ojos. La habitación está tan callada que creo poder oír el suave sonido de su respiración, que suena en armonía con los constantes latidos de su corazón. Un corazón fuerte, tanto como ella.
—Em... —Trato de llamarla, pero mi boca está seca y siento un gran nudo en la garganta que no permite que las palabras salgan. Pero aún así, no me rindo—. Emma —logro soltar, casi en un susurro.
Como si ella hubiera escuchado, o al menos presentido mi leve y lamentable llamado, se despierta lentamente y parpadea con sorpresa al verme consciente
Le toma unos segundos entender la situación. Es como si se estuviera debatiendo si estoy despierto o si sólo está soñando que lo estoy. Pero antes de que pueda confirmarle que estoy bien, ella se acerca rápidamente a mí y deja caer todas sus preocupaciones.
—¡Elías! ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? —pregunta, mientras me ayuda a sentarme en la cama, colocando almohadas entre mi espalda y la pared para darme más estabilidad.
Ella me extiende un vaso de agua, del que bebo como si hubiera pasado semanas sin una sola gota de ese vital líquido. Pero aún así, no se compara en nada a la necesidad que tengo de hablar con Emma.
Dejo el vaso a un lado y me concentro en su rostro, pero no veo más que preocupación en ella. Me siento muy culpable, pero sé que no hay otra manera de tranquilizarla que hacerle saber que estoy bien, y qué mejor forma de hacerlo, que con una de mis clásicas, pero tal vez muy malas bromas.
—Las horas de visita ya pasaron, señorita —digo, esbozando una débil sonrisa—. Debes ser muy rebelde para escabullirte por aquí a estás horas.
Emma suelta una leve risa ante mi comentario.
—Como ya sabes, tengo varios contactos por estos rumbos —ella sonríe, tratando de corresponderme, pero su expresión triste llega nuevamente, tan rápido como se va su sonrisa—. Realmente hiciste que me preocupara mucho.
—Lamento eso —contesto, abatido por la idea de dañar a las personas que quiero—. De verdad lo siento.
Las manos cálidas de Emma envuelven la mías.
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Notas Para Elías #PGP2024
RomanceSi supieras que te queda poco tiempo de vida... ¿Qué es lo que harías? ¿Te aferrarías a la única pizca de esperanza que te queda? ¿Empezarías una lista de cosas por hacer antes de morir y dejarías notas de despedida? ¿Tratarías desesperadamente de d...