42. Un último adiós

49 20 15
                                    

Tessa

A pesar de que el funeral y entierro es algo precipitado, tratamos de hacerlo lo mejor posible. Muy pocas personas sabían de su enfermedad y con ella, su posible muerte. Pero si una cosa es segura, es que nadie está realmente preparado para enfrentar este tipo de duelo. Aún así, cada quien esta haciendo lo mejor que puede para despedir a Emma como se merece.

El evento es sencillo pero lindo, con algunas palabras tiernas de despedida, cada uno colocando una rosa en su tumba, música instrumental de fondo y muchas personas tristes. De alguna forma el ambiente es tan sombrío que describirlo de principio a fin sería un tormento que ahora mismo no soy capaz de soportar.

Emma parecía ser una chica solitaria, sin embargo hay personas, como nosotros, que de verdad la apreciamos, y esa es la misma razón por la que estamos destrozados con su partida, y mamá no es la excepción. Ella más que nadie, no ha parado de llorar, aún si el entierro ya ha acabado.

—¿Estás bien? —pregunto con preocupación. No es normal para mí ver a una mujer que ha sido tan fuerte durante tanto tiempo derrumbarse así, pero creo que a final de cuentas, ella sí llegó a ver a Emma como a una verdadera hija—. ¿Quieres esperar a calmarte un poco más antes de volver al hospital?

—Si —responde entre sollozos—. No quiero que Elías me vea así.

La acompaño a sentarse en una de las bancas situadas fuera del cementerio, y poco después, una señora un poco mayor vestida de luto y con los ojos hinchados por las lágrimas se acerca a nosotras.

—Buenas tardes. Tal vez no me recuerden, pero soy Celia. Yo cuidé a Emma cuando era niña.

—Claro, ella nos contó sobre usted —respondo, recordando nuestra visita al orfanato. Parece que fue hace mucho tiempo, aunque puede que no el suficiente, ya que Emma debió haber vivido mucho tiempo más.

—¿Puedo sentarme?

—Por supuesto.

Celia se sienta y da un profundo suspiro mientras mira a la nada.

—Emma era una gran chica —cuenta, haciendo un gran esfuerzo por no empezar a llorar—. Era una niña tan adorable de pequeña, siempre lo fue.

—La criaste muy bien —comenta mamá.

—Yo no hice nada realmente. Solo le di todo el amor que pude, pero eso no fue suficiente. Para mí, todos los niños del orfanato son como mis hijos, Emma también lo fue —dice, mientras se le quiebra la voz—. Se supone que los hijos deben enterrar a sus padres, no al revés.

—Lo comprendo —dice mamá, volviendo a dejar que las lágrimas caigan por sus mejillas—. Mi hijo estuvo enfermo durante mucho tiempo. Yo traté de prepararme para el momento en el que él no estuviera más, pero eso siempre fue impensable para mí. Ahora recuperé a mi hijo pero perdí a Emma. Ella más que mi nuera era mi hija.

—Era muy joven —continúa Celia—. Tenía toda una vida por delante.

—Mucho más que unas ancianas como nosotras —bromea mamá, soltando un suspiro lleno de pesar.

—Tengo muchas fotos de Emma cuando era niña, ¿le gustaría verlas?

—Eso sería muy lindo.

Ambas se acercan y empiezan a observar con cariño las fotografías que Celia tiene en su celular. Tengo la tentación de verlas y descubrir como era Emma de pequeña, pero no creo ser capaz de resistirlo, así que me alejo.

—Mamá, ¿te parece si regreso al hospital? —pregunto, ya que esta parece una conversación entre madres, y yo no encajo mucho ahora—. Me preocupa que Elías se quede solo mucho tiempo.

Notas Para Elías #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora