29. ¿Cuidaras de mi corazón?

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Emma

—¿Estás segura de esto? —pregunta Elías, con duda en su voz.

La boda ha terminado de forma exitosa y ahora estamos parados frente a la puerta de mi departamento. Detrás de ese bloque de madera se encuentra el que ha sido mi hogar desde que cumplí la mayoría de edad. Un pequeño espacio en el que viví sola durante muchos años, pero que ahora muero por compartir con Elías.

—Por supuesto —contesto, usando la llave para abrir la puerta—. Somos esposos ahora, lo que significa que todo lo mío es tuyo.

—Y todo lo mío es tuyo —repite con una sonrisa.

Él se acerca a mí y me toma en sus brazos de forma cariñosa.

—¿Qué haces? —pregunto entre risas.

—Entrando a nuestro hogar —dice, pasando a través de la puerta. Su agarre es firme contra mi piel, como una garantía de que jamás me dejará caer.

Una vez dentro, Elías me deja suavemente en el suelo y me ayuda a quitarme el velo y a deshacer cuidadosamente mi peinado, retirando uno a uno los pasadores de la forma más delicada posible. Cuando termina, yo le ayudo a desatar su corbata y desajustar su camisa.

—¿En verdad haremos esto? —pregunto, en casi un susurro.

—Solo si es lo que quieres —contesta, dedicándome una tierna mirada comprensiva.

Sonrío como si fuera la cosa más natural del mundo y en lugar de responder, me acercó a él y lo beso suavemente, y él me corresponde con una pasión desenfrenada. Entre besos, caricias y risas, ambos avanzamos lentamente hasta toparnos con una de las puertas dentro del departamento.

—Está es la habitación —murmuro, mientras trato de recuperar el aliento entre los besos que dejamos cálidamente en la boca del otro.

Abro la puerta, pero antes de entrar, Elías se detiene para apreciar mi rostro, memorizado cada detalle de mi piel, y mientras me acaricia suavemente la mejilla, me pregunta con una sonrisa: —¿Cuidarás mi corazón, Emma?

—Prometo que seré muy cuidadosa —respondo, acariciando con suavidad sus brazos y su pecho—. Iremos lento, ¿bien?

—Dudo poder contenerme.

—Entonces no lo hagas.

Los dos paramos la conversación para seguir besándonos, mientras nos adentramos en la habitación. Elías cierra la puerta, y ambos nos dejamos envolver en el romance, pasando la primera noche de nuestra luna de miel, y espero que, la primera de muchas más noches a su lado.

 Elías cierra la puerta, y ambos nos dejamos envolver en el romance, pasando la primera noche de nuestra luna de miel, y espero que, la primera de muchas más noches a su lado

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