14. ¿Qué tan alta fue la esperanza, para que la caída sea tan dura?

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Tessa

Cuando ví al doctor Johanson entrar por esa puerta, creí que tendría buenas noticias. Esperaba que nos dijera que Elías había entrado al ensayo clínico, y que a partir de ahora todo estaría bien. Me equivoqué, siempre lo hago.

—Entonces, ¿cuál es el siguiente paso? —pregunto, rompiendo el silencio.

—Por ahora puede volver a casa, seguiremos tratando su padecimiento con medicamentos y esperaremos que aparezca un donante compatible lo antes posible.

—¿Cuánto tiempo? —pregunta Elías, con la mirada baja.

—¿Cuánto tiempo? —repite Johanson, con confusión—. Bueno, el tiempo puede variar, ya qué no sabemos cuándo se presentará un donante.

—No me refiero a eso —recalca, apretando sus puños a tal punto que puedo ver sus nudillos volverse de un tono blanquecino—. Si no hay un donante, ¿cuánto tiempo me queda?

—¡No tienes que pensar en eso! —exclamo—. Va a aparecer un donante.

—¿Cuánto tiempo? —repite, como si fuera lo único que puede decir.

—No puedo decirlo con exactitud —dice Johanson. Él es su doctor, y tiene la obligación de decirle todo lo relacionado a su salud, aún si la respuesta no es algo que queramos oír—. Pero según tu condición actual, tal vez un año, dos si tenemos suerte, pero no más que eso.

Mamá empieza a sollozar. Lo mismo que pasó con papá en el pasado, está pasando ahora con Elías, y parece que la historia se va a repetir hasta llegar al mismo final.

—Eso no puede ser —digo, negando con la cabeza. Mi voz parece quebrarse con cada palabra que intenta salir de mi boca—. Va a aparecer un donante, porque ustedes hacen muchos trasplantes de ese tipo, ¿cierto? —insisto—. No hay de qué preocuparse, ¿verdad?

Amo a mi hermano, quizá mucho más de lo que amo a cualquier otra persona, y no quiero verlo terminar de la misma manera que papá, con su frío cuerpo confinado en un ataúd.

—El número de pacientes que necesitan un trasplante de corazón es mayor que el número de corazones donados —dice Elías—. Eso dicen las estadísticas, así que creo que ya sabemos como terminará esto.

Quiero gritar, pero las palabras difícilmente salen de mí ahora. Me siento impotente y vulnerable, débil y frágil. El doctor parece capaz de sentir la tensión en el ambiente, así que, en lo que creo que es un intento de calmar la situación, le extiende varias hojas a mamá.

—Estos son los documentos del alta de Elías —señala—. Necesitaré qué los firme, por favor. Ahí también se encuentra una receta médica que puede surtir en la farmacia del hospital.

Mamá los acepta con manos temblorosas. No ha dicho nada y no necesita hacerlo para saber exactamente cómo se siente. Me acerco a ella, y la ayudo a examinar los papeles.

—Este es el medicamento que siempre le han recetado —reclamo—. No ha funcionado hasta ahora, ¿qué no hay uno mejor?

—De hecho, ese es el mejor medicamento para la condición de Elías.

—¡Pero no le ha funcionado! Debe haber otra cosa que podamos hacer.

—Por el momento, no lo hay —dice el doctor, tratando de mantener la compostura—. Los mantendré informados por si hay nuevos ensayos clínicos o tratamientos experimentales que puedan ayudar a Elías. Pero, por el momento, solo pueden llevarlo a casa, seguir con la medicación y tratar de estar tranquilos.

—¿En dónde tengo que firmar esto? —pregunta mamá con resignación, sin despegar la vista de los documentos.

—Puede acompañarme a la recepción para firmarlos — indica, abriendo la puerta para ella.

En cuanto ellos se van, Emma, Matías y Nolan entran de nuevo a la habitación.

—¿Qué les dijeron? —pregunta Matías. Su voz suena animada, pero se va apagando en cuanto ve nuestros rostros llenos de frustración.

—Iré a surtir la receta de Elías —digo—. Ustedes ayuden a Elías a empacar.

—¿Empacar? —pregunta Nolan—. Pero, ¿y el ensayo clínico?

—Ya no importa —digo, caminando rápidamente hacia la salida de la habitación.

Toda la esperanza que teníamos se acaba de esfumar en un instante, al punto de parecer que nunca estuvo ahí.

Toda la esperanza que teníamos se acaba de esfumar en un instante, al punto de parecer que nunca estuvo ahí

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Notas Para Elías #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora