43. Notas de despedida

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Elías

Los días siguen pasando. Días en los que siento correr las horas lentamente, y cuando me doy cuenta, ya es de noche otra vez. Ese es mi momento favorito, ya que cuando duermo soy capaz de soñar con Emma, con su rostro sonriente y su dulce voz, con su risa y sus besos y sobretodo, con la vida que pudimos haber tenido juntos. Pero solo son eso: sueños que jamás se harán realidad.

Despierto después de un largo sueño en donde escucho la voz de Emma pidiéndome que despierte, igual que aquella vez en la que desperté por primera vez sin ella a mi lado. Estoy soñoliento, pero aún así volteo a ver el reloj que cuelga de la pared. Son casi las dos de la mañana y sin poder conciliar el sueño de nuevo me levanto de la cama, y prendo la lámpara colocada en la mesa de noche.

Miro a mi alrededor, tratando de verificar que todo esté en orden, y ahí es cuando noto algo que había estado olvidando, o mejor dicho, algo que aún no estaba listo para observar. Es la caja de madera que me dejó Emma a través de Rafaela, y que ahora se encuentra escondida en un rincón del tocador, como si la hubiera estado evitando a toda costa, porque eso es precisamente lo que hice.

Con la duda ardiendo en mi interior me levanto y tomo la caja de madera, para después regresar a la cama.

Tomo el primer sobre y veo con nostalgia la delicada letra de Emma plasmada en el papel. En la parte posterior tiene escrito Para Elías y el número 1. Con un vistazo rápido noto que todas las cartas están numeradas.

Con los dedos temblorosos abro el primer sobre, sacando una hoja doblada de él. Las palabras llenan todo el papel, y conteniendo el aliento, empiezo a leer en voz alta.

Para Elías:

No sé qué clase de sentimientos tendrás cuando leas esta carta, tal vez estarás confundido o triste, e incluso un poco enojado. Y eso está bien, es normal, y no deberías de guardar lo que sientes.

Si esta carta llegó a ti, significa que estás vivo, pero por desgracia yo no lo estoy. Desconozco qué es lo que depara el futuro, pero si mi muerte sirve para salvarte, no podría estar más satisfecha. Aunque puede que tu no pienses lo mismo al principio.

La verdad es que siempre quise decirte lo que estaba pasando conmigo, desde mi enfermedad hasta mi incertidumbre. Pero siendo honesta, me invadió el miedo. No miedo a cómo reaccionarías, porque estoy segura que me habrías apoyado completamente de haberlo sabido, sino miedo a que si tú murieras antes que yo, entonces solo habría hecho que te fueras con más preocupaciones.

Hubo un tiempo en el que estabas tan mal que creí que no lo lograrías y eso me partía el alma. Pero después de un tiempo, vi una esperanza, una oportunidad de poder salvarte. Te pedí que resistieras y lo hiciste.

Lo lograste.

Tu siempre trataste de prepararme para el día en que ya no estuvieras en este mundo, y yo también traté de hacerlo sutilmente. Puede que eso no sea suficiente, pero no importa cuanto te prepares, el dolor de perder a alguien que amas es inevitable.

No te estoy pidiendo que no llores ni que no estés triste. Puedes estarlo, lo entiendo. Pero por favor, no dejes que esos sentimientos gobiernen toda tu vida. Necesitas seguir adelante, justo como tu lo habías dicho. Es lo mismo, solo que los papeles cambiaron.

Cuando sientas que estés listo, avanza. Una parte de mí siempre va estar ahí para ti.
Cada vez que sientas que no puedas o que es muy difícil, lleva tus manos a tu pecho, ahí estaré yo, en cada latido que sientas, para ayudarte a seguir con vida.

Antes de conocerte, mi vida se limitaba a alcanzar la perfección en el piano, buscar una canción que fuera perfecta en todo sentido. Pensé que no tendría quejas si moría después de eso. Pero al conocerte, quería seguir viviendo, aún si solo fuera un día más. Me di cuenta que una canción un poco desafinada y con algunos desperfectos podía transmitir mucho más que una que solo tenía monotonía a su favor.

Como ya lo había dicho antes, tu eres mi canción perfecta.

Te amo Elías. Si mi vida fuera una canción, las mejores partes serían las notas en las que tu estas. Así que vive, vive por ellos, por mí, por ti, y vive por cada pequeña gran cosa de la vida que te haga sentir feliz.

No te preocupes por mí, yo voy a estar bien, pero necesito que tú también lo estén.

Con recuerdo, Emma.

Sin poder evitarlo, mis lágrimas se desbordan incontroladamente por mis ojos. Vuelvo a colocar con cuidado la carta que acabo de leer dentro de la caja, y me llevo la mano al pecho para poder sentir sus latidos, mis latidos, nuestros latidos.

—Voy a estar bien, Emma —murmuro con la voz entrecortada—. Lo prometo, voy a estar bien.

 Lo prometo, voy a estar bien

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Notas Para Elías #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora