XIV

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Esa tarde a diferencia de anoche, Luke estaba bastante serio y tenso, estaba preocupada por el, no sabía que le podía pasar para estar así pero definitivamente no iba a contar nada.

— Holaa, Jakob y yo nos vamos al cine.

Cuando mi mejor amiga dijo eso no pude evitar sonreír, me alegraba mucho por ellos dos que pudieran salir y se juntaran más, pegaban bastante aunque Jakob era muy callado y eso no pegaba mucho con Hanne, que era un loro. Ambos se fueron después de comer al cine, Adler estaba metido en su habitación como últimamente que no salía de ahí, Luke en cambio estaba viendo la tele tenso desde las doce de la mañana.

— ¿Quieres jugar al parchís?

— No, gracias princesa.

Había intentado sonsacarle cosas para que no estuviera así de amargado, pero había sido imposible. Esta vez decidí ir al grano.

— ¿Estas bien? Tienes mala cara, parece que has tenido algún problema con alguien.

— No es nada importante.

— Pero quiero ayudarte como pueda, ¿puedo saber?

— Es un simple problema familiar, mi familia siempre está fuera de casa y no me quejo por ello, ¿pero para que me voy a quedar en una casa solo cuando puedo salir con vosotros?

— Para nada.

— Pues eso, mis padres se quejan de que yo tampoco estoy en casa cuidando al perro, pero me harta que ellos siempre puedan salir y yo no, si tanto quieren a su perro que se los lleven a donde vayan, pero soy mayor de edad y a mi nadie me obliga nada.

— Claro, es que es injusto que a ti te dejen al perro, ¿por que no te lo traes aquí cuando vengas?

— Porque a la gente que no conoce le muerde, y la verdad me da pereza.

Si me creí que ese era su problema aunque algo dentro de mi me decía que era más que eso.

Adler bajó con nosotros y se quedó viendo la tele con Luke, ambos estaban tensos y no me gustaba verlos así pero tampoco podía hacer nada por ellos ya que a todo me decían que no. Subí a mi habitación para ordenarla un poco y no verlos así de raros, no me hacía bien. Puse un poco de música desde mi portátil, cogí unos cuencos para meter el maquillaje que me regaló Hanne en estos y ordenarlos en el cajón, para que no estuvieran mezclados. Mientras tarareaba una canción, ordené el armario gigante con mi ropa, coloqué bien los pocos zapatos que tenía e hice la cama perfectamente, sin arrugas. Abrí las cortinas dejando que el sol iluminara mi habitación y abrí la ventana para que el aire entrara, a pesar del calor la habitación quedaba fresca con el aire de fuera.

Pase un plumero por los cuadros quitando el polvo de estos, limpie el escritorio, ordene los cajones donde estaban mis cargadores, los papeles de dibujos y los colores para pintar, que eran muchísimos. Limpie la estantería donde tenía mis libros y los coloqué bien, finalmente barrí y fregué el suelo.

Fui al cuarto donde se encontraban las lavadoras y puse dos, tendí la ropa que estaba mojada y deje que las lavadoras hicieran su función, eran las cinco de la tarde y estaba aburrida. Volví al salón pensando en que hacer cuando se me ocurrió una idea espectacular.

— Oye, ¿practicamos lo que aprendimos en la actividad a ciegas pero con todo oscuro, silencioso y sin venda?

Las miradas de los dos chicos en el sofá se posaron en mi, jugaba con mis manos nerviosa en mi espalda y me calmé cuando vi a Luke esbozar una pequeña sonrisa. Ambos asintieron con la cabeza por lo que Luke se fue a buscar unas gafas con visión nocturna para vernos, y Adler y yo nos dedicábamos a bajar las persianas y dejar todo a oscuras. Luke nos dijo que se iba a quedar en el sofá, apartamos la mesita de en frente con las indicaciones del rubio y dejamos un buen espacio para poder movernos a nuestro antojo y que no nos tropezáramos.

ShirleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora