XXIV

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Por fin este día era soleado, y bastante, llover hacía qué después hiciera un calor terrible y eso me gustaba estando en esta situación, si no tuviera un sitio para bañarme tranquilamente, que no fuera la ducha, me habría jodido.

Habían pasado dos días enteros lloviendo, es decir el día que Hanne se hizo el piercing y ayer, hoy ya estaba soleado y por lo menos a cuarenta grados. Sin pensarlo dos veces nos pusimos los bañadores y salimos a la playa. Habíamos desayunado bastante temprano así que no teníamos problema en salir temprano a la playa, con cuatro sillas que se convierten en hamacas, una mesa grande para que entrara todo, una sombrilla más grande de lo que me habría imaginado y aperitivos, juegos de mesa, un altavoz para la música y más cosas para quedarnos ahí un buen día.

— Yo propongo que en vez de recoger todo cuando sea la hora de comer, dos vayan a hacer la comida y otros dos se queden aquí, así comemos aquí porque la verdad yo no tengo ganas de encerrarme en la casa hoy, con el buen día que hace, mi piel necesita un buen bronceado, quedaría genial con mi pelo rubio, ¿no creéis?

— Claro que si Luke, eso creemos.

— Ay gracias Adlercito.

El apodo que le dijo el rubio a Adler hizo que Hanne y yo mientras bebíamos agua escupiéramos esta a la arena, las carcajadas empezaron a salir sin aviso, tanto Luke como nosotras nos estábamos riendo, menos Adler, que negaba con la cabeza serio. Después de unos buenos segundos riéndonos, retomé la conversación.

— Vale pero entonces, ¿quien cocinará?

— Yo creo que Luke y yo hemos cocinado bastante estos dos días, así que te toca a ti y a mi querido hermano — comentó Hanne.

— Uhh, si si, Shirley y Adler me parece muy bien, más que bien.

— Bueno pues entonces nosotros dos — finalizó Adler.

Desde que mi mejor amiga había dicho que Adler y yo íbamos a cocinar juntos, me quede sin palabras, no podía soltar ni una vocal de mi boca, estaba nerviosa, y sabía que era porque después de mucho tiempo sin estar a solas, íbamos a estarlo de nuevo. Solo de pensar que podría estar a solas con él bastante tiempo cocinando, que tendríamos que esperar a que la comida se hiciera, y mientras tanto seguro que mi corazón iba a dar señales de salirse de mi cuerpo, todo me temblaba.

Mientras conversábamos los cuatro sobre la comida, el mar se me estaba haciendo bastante atractivo en ese momento, el sol me daba en toda la cara y estaba segura de que a pesar de haberme echado crema antes de salir, me iba a quemar la cara, el cuerpo y el alma.

— Voy a ir a bañarme, el cuerpo y la cara me arden.

— Voy contigo princesita.

Luke y yo nos levantamos de las sillas y caminamos hacia el mar, el con un poco más de entusiasmo que yo. Cuando toque con los pies el agua, mi cuerpo inconscientemente se erizó, la verdad no estaba tan fría como pensaba pero igual conseguía la función que esperaba, quitarme el calor. Entramos a lo más profundo donde el agua ya nos llegaba a mi por el cuello y a él por el pecho, Luke ya había metido su cabeza así que su pelo rubio le caía por las orejas y por la frente.

— Y dime, ¿como vas con Adler?

La pregunta me tomó por sorpresa así que como respuesta principal mi cara se volvió un tomate.

— ¿A que te refieres?

— A que si os habéis besado de vuelta o algo.

— ¿Sabes que nos besamos?

— Princesa, Adler y yo somos como hermanos, nos lo contamos todo, tú a él lo ves serio e inexpresivo pero puede llegar a ser una persona bastante habladora cuando quiere.

ShirleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora