XVII

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Ninguno de nosotros cuatro pegó ojo esa noche, de hecho estábamos todos en la habitación de Adler, Luke y él se acostaron en el suelo mirando el techo y Hanne y yo en la cama haciendo lo mismo. Durante la noche se escucharon nuestros sollozos, a Jakob no lo conocía mucho porque no hablaba pero me había acostumbrado mucho a su presencia, Hanne pues estaba destrozada, la persona de la cual se estaba enamorando poco a poco no esta respirando, a Luke le salían algunas lagrimas y estaba tenso, y Adler estaba simplemente inexpresivo y serio, sus ojos lucían rojos por lo que supuse que tuvo que llorar en algún momento que no nos diéramos cuenta.

El entierro de Jakob se hacía a las diez de la mañana, apenas eran las nueve así que me levanté de la cama primera y ayude a Hanne a que fuera al baño. Le deje su espacio para que se quitara la ropa mientras yo iba a por ropa negra de ella, Adler y Luke también se fueron a duchar en otros baños así que no había problema, al volver deje la ropa de Hanne allí y esta se duchó rápido, cuando se vistió me metí yo a duchar.

Tenía la mente en la escena donde Jakob moría, no podía dejar de llorar, apenas me estaba quedando sin lágrimas de todo lo que estaba llorando, la pobre Hanne parecía que tenía lagrimas infinitas porque cuanto más lloraba más lagrimas caían. Me vestí con unos vaqueros negros y una camiseta de manga corta del mismo color, los zapatos a conjunto igual, mi amiga iba igual que yo.

Ya eran las diez menos cuarto, los chicos también estaban listos y era obvio que no íbamos a desayunar, ninguno teníamos apetito. Esa mañana no hablamos nada de nada, nosotras nos dedicábamos a llorar y los chicos a estar serios, ya montados en el auto Adler condujo al cementerio. Nunca había visto uno y ni siquiera había investigado como era ya que nadie de mi alrededor había muerto, era la primera vez que veía un cementerio y eso me daba entre escalofríos y nervios. Algunas personas decían que los cementerios eran siniestros y que daba mucho miedo, otros que con las flores y el buen tiempo no estaba mal. Aparcamos en una calle frente al cementerio, al bajar entramos y me dieron escalofríos, Hanne y yo teníamos las manos agarradas, llevábamos unas flores cada uno para dejarlos en el ataúd, llegamos hasta donde estaba la gente y el cura que iba a dar una charla.

Yo empecé a llorar de nuevo, ver a la familia de Jakob estar destrozada, era horrible, habían otras personas aunque no conocía a nadie, el cura seguía dando su charla y tanto yo como mi mejor amiga no podíamos dejar de llorar. A Adler en ese momento le caían algunas lagrimas, estaba más tenso que nunca y miraba fijamente el ataúd cerrado donde dentro se encontraba Jakob. Hanne me abrazo y no pude contener los sollozos, me aferré a ella queriendo creer que todo era una pesadilla.

Queriendo creer que nadie había muerto, que todo estaba bien, Jakob estaría en la habitación de vídeo juegos tranquilo jugando al FIFA o a algún otro juego. Que cocináramos juntos como la última vez, que aunque a pesar de que no hablamos nada, estábamos acompañados. Quería retroceder en el tiempo y que nada de esto hubiera pasado, pero no podía hacer nada y ahora mismo quería romper algo.

El cura terminó la charla y cada persona tiró las flores que tenían en la mano en el ataúd cuando lo bajaron al agujero, los encargados de tapar el agujero empezaron a tirar la tierra y nosotros nos quedamos con las flores en las manos para cuando terminaran ponerlas encima. Una vez el agujero estaba tapado pusimos las flores ahí, Hanne le hablo a la tumba con la voz destrozada, pobrecita, me dolía más verla así que lo que había pasado en sí, volvimos a la casa, yendo directos al jardín, Luke preparo una hoguera y tiro la camiseta de Jakob en el fuego.

— Se que duele, pero si vemos cosas de él no podremos dejar de llorar ni de pensar en el, tenemos que buscar al responsable de esto.

Todos nos quedamos en silencio alrededor de la hoguera del jardín, cuando pasaron muchos minutos de ver como la camiseta se quemaba y desaparecía, entramos a la casa por lo que en cuanto pisamos el suelo de esta, Adler se fue directo y rápido al sótano. Todos le seguimos y me asuste al escucharle hablar con los violadores, mejor dicho gritar.

ShirleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora