Epílogo

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Hoy era el cumpleaños de Adler, un día muy especial para mi como para todos, menos para el mismo. Al parecer no le gustaba celebrar su cumpleaños, pero se tenía que aguantar ya que Luke es fan de celebrar cumpleaños y yo lo apoyaba al igual que Hanne. Hablando de esos dos tortolitos por fin eran novios oficiales, al igual que Adler y yo, todo se encontraba genial a parte de que, ¡estábamos en Nueva York!

— Aún no me creo que vayamos a celebrar el cumpleaños de Adler aquí, ya me imaginaba un entrenamiento en el refugio.

— Pues si princesita, esto es Nueva York.

— Se que a Adler no le gusta celebrar su cumpleaños pero se va a joder porque como buena hermana que soy, no voy a pasar este momento de nuevo.

Todos apoyamos a Hanne, tenía razón en que no podíamos dejar pasar este día como si no fuera nada. Adler estaba durmiendo en la habitación del hotel por lo que nosotros estábamos comiendo en el restaurante de este, si, era un poco tarde para seguir durmiendo pero anoche nos desvelamos metiéndonos a la piscina del hotel, habíamos pagado y nos dejaron entrar.

Nunca vi una piscina con unas luces leds tan bonitas, el agua transparente tenía colores hermosos por las luces. Pasamos ahí casi toda la madrugada porque nos volvimos a las cuatro de la mañana a la habitación y entre que nos quedamos hablando, cambiábamos de ropa y todo eso, se hicieron las cinco y media.

Habíamos felicitado a Adler cuando se hicieron las doce y ya era su cumpleaños, por lo que nos advirtió que ese día quería dormir y pasear, no celebrar el cumpleaños. Pero ups, ya teníamos un plan y por ahí estaba llegando.

— ¡Hola Leo!

— ¿Tú eres Luke? ¿Luke del que tanto me hablaba Adler?

— En carne y hueso.

Estos dos se dieron un abrazo y a continuación Leo se sentó con nosotros en la mesa, saludamos a este y me presenté ya que a mi no me conocía. Leo era el amigo que Adler y Hanne hicieron cuando vinieron a vivir a Nueva York, con el que consiguieron el dinero para volver a España.

Me levante para despertar a Adler y mientras el ascensor subía miré mi rostro, había cogido un poco de moreno en el verano, habían pasado dos meses desde que matamos a los violadores y la única persona a la que habíamos matado, después de a ellos, fue al padre de la chica que Santy iba a violar.

Tenía un maquillaje suave y tanto mi cuerpo como mi cara habían cambiado, en mi rostro la mandíbula se me marcaba un poco más y mis pestañas habían crecido, tenía la piel perfecta gracias a las cremas que me echaba por descubrimiento de Hanne. En mi cuerpo resaltaban mis curvas y estaba muy bien de peso, mi pelo había crecido más y estaba más sano.

Llegué a la habitación y abrí con cuidado por si estaba durmiendo, al entrar me di cuenta que la cama estaba vacía, entré al baño y lo vi duchándose.

— Hola hermoso.

Sonreí cuando miró por la puerta que era yo y sonrió abiertamente, me quedé sentada en el inodoro esperando a que saliera y agarre su toalla para recordar viejos momentos. Cuando abrió la puerta de la ducha se me quedó mirando con una ceja alzada, levanté la toalla para que supiera que la tenía yo y me levanté mirándolo de arriba a abajo sonriendo.

— Creo que me gusta mucho lo que veo, me puedo acostumbrar a verte así siempre.

— Me gusta que te guste lo que ves, ya sé que estoy buenísimo.

— Más que eso.

Me acerque a él robándole un beso y le pasé la toalla, al ponérsela empecé a buscar ropa para que se pusiera y bajáramos más rápido. La parte buena de la primera parte de la sorpresa era que Adler tenía demasiada hambre así que eso era mejor que presionarle yo, porque sino iba a sospechar de que le teníamos preparado algo.

ShirleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora