6. El diablo y la rosa

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Michael De Santis

No había pasado ni un mes desde que me enteré de su existencia y ya le había fallado.

Alguien se atrevió a lástimar a mi pequeña y hermosa rosa.

Castiel se encargó de ellos.

Les disparó a cada uno de esos hijos de perra.

Al principio me enoje, hubiera preferido que los trajera ante mi y disfrutar quemar sus cuerpos, mutilar parte por parte, sacarles los ojos y todo eso mientras seguían vivos.

Bebí de mi Whisky, mire el vaso un momento y después lo arroje a la pared más cercana.

Solté un grito impotente y trate de calmarme mientras caminaba por el estudio.

Castiel entro.

—Ya está todo listo, las flores están en diferentes habitaciones —explico firme—, tu sobrina se encuentra bien —se apresuro a decir—, pero la otra chica no tuvo tanta suerte.

Me sentí mal por la chica, pero mentiría si no dijera que me alegra que mi sobrina no haya tenido el mismo destino.

Me encargaría de ambas, por lo que mis hombres investigaron, la chica de nombre Charlotte cuido de mi sobrina, le ofreció su hogar y le ayudo a trabajar en aquel lugar.

—Necesito que te encargues de la chica Charlotte —lo mire detenidamente—, habrá que asegurarse que los médicos la vean y se aseguren que este bien. Contrata al mejor psicólogo que encuentres y que la vean, va a necesitar terapia después de todo.

—Lo tengo cubierto —respondio él.

Le di un asentimiento.

—¿En que habitación está mi sobrina? —pregunte tratando de no sonar desesperado.

Pero lo estaba, necesitaba verla, estar cerca de ella, abrazarla y sentirla para saber que era real.

Para saber que ya no estaba solo y que aún me quedaba familia.

—Ella está en una de las habitaciones del ala oeste,  su piso aún no está listo pero lo estará al final de la semana.

Había ordenado que desalojarán un piso de Hedein y lo acondicionarán para mi sobrina.

Quería que ella tuviera todo lo que necesitara, que se sintiera agusto y sobre todo que supiera que le daría lo que ella me pidiera.

En cuanto despertara y después de tener nuestra conversación y conocernos, le presentaría a los diseñadores y decoradores para que ella decidiera como quería que fuera su piso.

Asumía que iba a querer que la chica Charlotte se mudará con ella.

—Las mucamas la han limpiado, también cambiaron su ropa. Un doctor la reviso y solo tenía una pequeña contusión en la cabeza por el golpe que... —se detuvo en cuanto vio que estaba a punto de explotar en ira, con todas mis fuerzas deseaba poder revivir a esos bastardos solo para torturarlos con mis propias manos—, el Doctor dijo que los estaba bien, también trato las pequeñas cicatrices en sus manos debido a la explosión de Villa María.

De nuevo la ira y la impotencia.

Mi pequeña sobrina, mi rosa hermosa ya había sufrido demasiado. Pero de mi cuenta corría que ella nunca volvería a pasar por aquello.

Ahora estaba conmigo y yo la protegería, mataría a quien fuera y movería todo el puto mundo si alguien se atrevió a querer acercarse a ella.

—Que la lleven a mi habitación —ordene.

El infierno de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora