12. El castigo de la rosa

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Eloise Edevane

No le obedecí, y las consecuencias fueron que se acercó rápidamente, me tomo del brazo con fuerza y me arrojo sobre la cama, intenté ponerme de pie rápidamente pero me tomo de la cintura haciéndome quedar boca abajo.

Se subió encima de mi y se sentó sobre mi espalda baja con las piernas de cada lado, sentí su peso sobre mi y la dureza entre sus pantalones.

Mi mejilla derecha estaba presionada sobre el colchón y pude oler el aroma de las sábanas.

Era su olor, incluso estaba al rededor del aire.

Se agachó hasta que su boca estaba en mi oído izquierdo y sentí su aliento golpear mi cara.

—Te lo advertí —me sujeto el cuello con su mano—, te lo advertí más de tres veces y no me escuchaste —su voz era dura, pero se escuchaba derrotada—, ahora tendré que castigarte porque fuiste mala y no me diste opción —senti su nariz pegarse a mi cabello y dar un fuerte suspiro.

En cuestión de segundos lo sentí alejarse de mi y su peso me abandono, seguía en esa posición porque no cerebro no me dejó reaccionar.

Cuando por fin sentí que debía ponerme se pie, rápidamente el rasgo mi vestido desde la espalda rompiéndolo por completo.

—¡No! —grite tratando de ponerme de pie pero me mantuvo en esa posición con una mano en la espalda —¡Por favor! —mis ojos estaban a punto de soltar lágrimas, estaba asustada.

—Te lo advertí, me has faltado al respeto y te has atrevido a rechazar mi apellido —subio la mano lentamente por mi espalda hasta mi nuca y la sostuvo con fuerza.

Sentí mi piel erizarse por su duro toque.

—Tio, por favor no lo hagas —ya estaba llorando y mi voz se estaba quebrando.

Jamás en mi vida había sido golpeada o tratada de esta forma.

—Eres mía, Eloise. Tienes mi sangre, tienes mi apellido y pronto tendrás mi marca en ti —con su mano libre me rasgo la ropa interior y quedé desnuda a espaldas de él y boca abajo sobre la cama. 
 

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Michael De Santis

Esto era demasiado para mi, más de lo que podía soportar teniendola así.

Quería hacerle tantas cosas, quería poseerla y quería que me llamara por lo que ahora soy.

Su padre...

Siempre he deseado una familia propia, una familia que estuviera siempre conmigo, que fuera únicamente mía.

He de confesar que siempre envidie a mi hermano por tener a una mujer como Elena, y después cuando nació su primer bebe me sentí fuera de lugar.

Nunca pude encontrar una mujer para mí.

Pero ahora tengo a Eloise.

Ella es mi familia ahora.

Y como buen hombre de familia y cabeza de esta casa debo hacer que se vaya por el camino que ya he hecho para ella.

Debe aprender a respetarme.

Me quedé ahí, de pie frente a la cama observando su cuerpo desnudo ante mi.

Ella era perfecta.

Su piel era blanca, limpia y sin ninguna marca.

Mire sus curvas y después su trasero, el cual estaba redondo y bien proporcionado.

El infierno de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora