Eloise Edevane
Vergüenza.
Después de recuperar la compostura sentí vergüenza.
No sabía que acababa de ocurrir, o bueno, si lo sabía.
Pero no sabía porque había ocurrido con él.
Mi tío.
Se cómo se supone que debe ser una relación tío sobrina, y claramente no es así.
No podía ni mirarlo, él parecía mirar al cielo. Su cuerpo estaba recostado junto al mío.
Sentí que mi corazón iba a salirse de mi pecho.
Y una humedad saliendo de mi centro.
Él giro su cabeza para mirarme y por instinto hice lo mismo.
Nuestros rostros a centímetros y nuestros labios cerca.
Recordé su beso, aun lo sentía.
Mis labios se sentían calientes e hinchados.
Él pego su frente a la mía.
—Eloise... —mi nombré salió se sus labios en una voz ronca.
Tragué saliva y me prepare para recibir otro beso pero él se puso de pie.
Después me cargo para ponerme de pie también.
Comenzó a sacudirse y después me sacudió a mi.
Aliso mi vestido y tomo mi rostro con sus manos para que lo mirara.
—Mi niña... —hizo una pausa para mirar mis labios, después mis ojos—, nadie puede saber de esto. Esto que acaba de pasar no es...
Dejo de hablar en cuanto unos pasos se escucharon.
Al mirar en esa dirección vimos a Castiel salir de la pared de arbustos.
—Los he estado buscando —su aspecto estaba más serio de lo normal.
Baje la mirada avergonzada y pude sentir los ojos de Castiel sobre mi.
—¿Qué ocurre, Castiel? —la voz de mi tío Michael estaba cargada de frustración.
—Michael, los jardineros nos esperan —aviso Castiel en forma sería y fría.
Vi a mi tío Michael asentir.
Él se giró para mirarme.
—Vamos, hay que seguir —me tomo de la mano y me guío por el camino.
Sentir su mano grande envolver la mía pequeña me causo ciertas mariposas en el estómago.
Habíamos hecho algo que estaba mal y ahora me tomaba de la mano como si nada.
Seguimos pasando las paredes del laberinto hasta que llegamos al final.
Y lo que ví me dejó sin palabras, y por poco olvide lo que había pasado hace unos momentos.
Ante mis ojos estaba un enorme jardín, el más hermoso que había visto en todo el mundo.
Habían flores de todos tipos, habían villas y casas pequeñas. Personas iban de aquí para allá cargando tinas de agua o dando mantenimiento al jardín.
Era como la entrada a un nuevo mundo, por un segundo recordé los libros de Narnia, el armario que daba entrada a tan hermoso mundo.
Mire a la lejanía y ví montañas hermosas, visualice un bosque a lo lejos.
La mano de mi tío Michael apretó la mía.
Al mirarlo observé que me miraba con suma atención, sus ojos azules atravesaron mi alma.
ESTÁS LEYENDO
El infierno de una rosa
RomanceEloise Edevane: Este mundo es tan perverso que puede corromperte de una y mil maneras. No es que nosotros vayamos por ese camino buscando problemas y haciendo cosas malas, a veces no tenemos opción cuando el descendiente del diablo se nos pone en el...