Eloise Edevane
Nunca había sostenido un arma de fuego en mi vida, al menos no una pistola.
Tampoco sabia como usarla, lo que si sabia era que descubriría como y dispararía de ser necesario.
Mis manos temblaban y a pesar del frio de la noche, habia comenzado a sudar.
Apuntando al chico desconocido, mire al espantapájaros fantasma, quien me miraba a través de esa mascara. Trague saliva duramente y me las arregle para sonar fria.
—Largo de aqui —ordene aun con mis manos temblando ligeramente.
Él no obedeció, en cambio recibi un gruñido.
Negó lentamente con la cabeza.
—En cualquier momento vendran por mi —adverti al espantapájaros, a estas alturas Michael ya debia estar de regreso en la Mansión y veria que no estoy ahi—, debes irte. Estamos a mano ahora
Él ladeo la cabeza un poco, como si no entendiera, pero entonces se enderezó comprendiendo lo que le habia dicho.
Él me habia ayudado a enterrar el cuerpo del espantapájaros fantasma.
Yo mantendría su existencia en secreto.
Estabamos a mano ahora.
—No lo repetiré —mi voz se torno mas fria—, vete ahora.
Miro al chico a un lado, despues a mi.
Dio unos pasos hasta estar frente a mi, su gran altura casi me consumió.
Trague saliva sin bajar el arma ni dejar de apuntar al chico quien miraba todo con suma atención.
—Las flores se marchitan en invierno —su voz fue como un iceberg chocando contra mi.
¿Las flores se marchitan en invierno?
No entendí.
Levanto su mano y me aparto un mechon de cabello y lo mire a los ojos.
—La tierra no es fertil en bajas temperaturas, todo se marchita. Nuevas flores florecen, pero no son las mismas —de nuevo hablo con esa voz profunda y oscura.
Se alejo.
Se dio la vuelta y camino lejos.
Mire como desaparecia entre los arboles dejándome por completo desconcertada.
Mire de nuevo al chico frente a mi.
Trague saliva.
—¿Quién carajos eres? —pregunte tratando de sonar fuerte y sin miedo.
Escuche el quejido de Klaus mientras se despertaba y se levantaba lentamente del suelo.
El chico se quito la mascada, entonces pude ver su rostro.
Y jamas había visto a un chico tan apuesto.
Sus rasgos y su perfiliacion facial se me hacian tan similares y reconocidas, pero yo jamas lo habia visto en mi vida.
Tal vez era alguno de los chicos del campo de cosecha...
Su mirada no reflejaba nada, era como mirar directo a un alma sin vida.
Su piel estaba bronceada, como si estuviera acostumbrado a pasar tiempo bajo el sol. Tal vez si era del campo de cosecha, tal vez tambien queria escapar.
¿Conocería a Austin?
—Se quien eres —mi voz sono diferente esta vez—, eres uno de ellos ¿Cierto?
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El infierno de una rosa
RomanceEloise Edevane: Este mundo es tan perverso que puede corromperte de una y mil maneras. No es que nosotros vayamos por ese camino buscando problemas y haciendo cosas malas, a veces no tenemos opción cuando el descendiente del diablo se nos pone en el...