8. El trato del diablo y la rosa

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Michael De Santis

Salí de la ducha y me seque el cabello, fui hasta el cajón para tomar algo se ropa.

La chica pelirroja se sentó en la cama, hizo una mueca de dolor al sentarse.

Había disfrutado tener sexo anal con ella, pero debía irse ahora.

—¿Cuándo me llamara de nuevo, mi señor? —pregunto con voz seductora.

—Nunca —respondí fríamente.

Si bien la había disfrutado ella no era lo suficientemente buena para satisfacer todas mis fantasías.

Fantasías que habían nacido gracias a cierta hermosa rosa.

Al principio la chica pelirroja estaba asustada, ella no sabía en lo que se metía conmigo. Después disfruto tanto el dolor placentero que le di.

—Pero... —su voz se apago—, pensé que...

Me gire hacia ella y la tomé del pelo, ella trato de liberarse de mi agarre.

—Escuchame bien maldita insolente —la arrastre hacía la salida—, cuando digo una orden tu no contradices, solo obedeces.

—Me lastima —lloriqueo mientras la seguía arrastrando.

Abrí la puerta y unos hombres estaban fuera de la habitación, se las arrojé.

—Llamen a Flore, díganle que venga por esta inútil.

Cerré la puerta de golpe y fui directo al armario a sacar ropa.

Me arregle con un traje Zegna y fui al espejo para asegurarme que todo estuviera en orden.

Al mirar mi reflejo no pude evitar recordar a mi hermano.

—Nunca debiste ocultarmela —le hablé a mi reflejo—, sabes que yo hubiera dado mi vida por ella.

"¿Cómo lo hiciste con tu otra sobrina?"

Casi pide escuchar su voz rencorosa.

Recordé a mi sobrina Ellie, la dulce bebé que falleció en un atentado en mi contra.

Eloise no es Ellie, recordé con dolor. Ella no tendrá el mismo final, me asegúrare se proteger a mi hermosa rosa.

Seré como un padre para ella, la guiare, le daré el mundo y la protegeré de todos.

"¿Y quién la protegerá de ti?"

De nuevo la voz de mi hermano apareció en mi mente.

Alguien tocó la puerta.

—Pase —hable fuerte.

Entro Castiel, lo mire a través del espejo mientras me arreglaba las mangas del traje.

—Eloise y su amiga ya están listas para la cena —informo.

—Quiero cenar solo con Eloise está noche, puedes hacer que la chica Charlotte cene en su habitación.

—No creo que Eloise quiera dejar sola a su amiga —se cruzo de brazos—, por lo que ví hoy ellas son demasiado cercanas.

Frunci el ceño ante su tono de voz y me gire para verlo.

—¿De que hablas? —inquiri confundido.

Castiel me miró con una media sonrisa maliciosa. 
 

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Eloise Edevane

Después de que Castiel nos dijera sobre la cena, tanto Charlotte como yo tomamos una ducha, separadas por supuesto.

El infierno de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora