15. El Cephalotus

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Michael De Santis
 

—Elena dió a luz a Eloise en un hospital en New Castle, hay un registro de nacimiento, pero no un acta. Elena y Rafael no registraron a Eloise jamás. Al parecer ambos dieron nombres falsos cuando Elena entro a urgencias en el hospital —el abogado, quién trabajaba para mí desde hace años me dió el informe detallado sobre el nacimiento de Eloise —Eloise nació por cesárea, después de eso tuvieron que operar a Elena de emergencia.

El embarazo de Elena fue de alto riesgo, al parecer ella ya estaba embarazada cuando nos fuimos a Florencia y ocurrió lo de Flora. Debido a que Elena nunca tuvo cuidados prenatales y nunca se trató los malestares, Eloise nació prematura.

Elena descubrió que estaba embarazada de Eloise un mes después de la muerte de Flora.

Fue por eso que se fue exactamente un mes después de que llegamos a California.

Mi hermano y nuera se fueron, se alejaron de mi para comenzar una vida más segura con su nueva bebé.

—¿Encontraste a la persona que te pedí? —le pregunte mirándolo seriamente.

El asintió y me tendió un sobre, yo lo abrí.

—Amarantha Iqbal, tenía un título universitario en Química Botánica con especialización en Toxicología Ambiental, se graduó con honores, trabajo para una empresa farmacológica en California por tres años hasta que —hizo una pausa y se aclaró la garganta, lo mire detenidamente esperando que terminara—, falleció a la edad de 22 años.

Frunci el entrecejo.

—¿Murió? —pregunte confundido—, ¿Cómo murió?

—Una intoxicación con experimentos no autorizados por la farmacéutica. Al parecer la empresa donde trabajaba cerro por eso.

Mire lo que contenía el sobre.

Era su acta de defunción.

El informe de la autopsia y dictamen médico.

Y una hoja con la imagen del periódico donde salió la noticia del cierre de la empresa por supuesta negligencia con los trabajadores.

Coloque todo sobre el escritorio.

—Amaranta se intoxico con uno de los componentes químicos con los que había experimentado y su salud fue deteriorando poco a poco, así como la de compañeros con los que solía trabajar.

El abogado seguía contándome sobre la prematura muerte de Amaranta, y sobre lo que había descubierto en el hospital donde nació Eloise.

Y no había mucho sobre la vida en Villa María o dónde Rafael uso un apellido falso para crear su comunidad.

Los únicos testigos estaban muertos también, solo quedaban los hijos de los testigos, pero ellos tampoco sabían mucho.

Eloise era la única que sabía todo.

Pero al parecer, incluso sus propios padres le pusieron una venda en los ojos para que no supiera toda la verdad.

—¿Quién cree que es el responsable del incendio en Villa María? —pregunto el abogado.

El era de mi círculo cercano y había formado contactos con el lado de la ley para pasarnos información.

El estaba al tanto de la investigación policial, pero ellos no habían descubierto nada.

—Tenemos muchos enemigos, pero ninguno tan estúpido como para querer darnos un golpe de esa manera. Nadie sabía de Rafael, todos sabían que se había retirado, y el pueblo estaba seguro con mi vigilancia constante. Lo más importante de nuestra organización se manejaba en Villa María, y nadie más que algunos de nosotros sabíamos. Así que sospecho que hay un infiltrado, pero de nuevo, nadie es tan estúpido como para meterse conmigo sabiendo como soy —mire al abogado quien asintió de acuerdo.

El infierno de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora