3. El diablo llega al jardín

1.7K 118 5
                                    

Michael De Santis

La Ranger Rover negra se detuvo justo frente al sendero que daba a la casa de Elena y Paul.

—¿Sigo señor? —Jason, el chófer, pregunto dudoso.

—No —respondí mirando desde la ventana—. Caminaré desde aquí.

Abrí la puerta y me baje de la camioneta.

Los escoltas que venían en las otras dos camionetas también bajaron, unos de dedicaron a inspeccionar por el área y otros me siguieron.

—Aun puedo oler el humo del incendio —dijo Castiel a mi derecha.

Era mi mano derecha, mi socio y mi mejor amigo.

Solo él sabía todo sobre mi y la razón por la cual el estar aquí en esta situación y tras lo acontecido me llenaba de rabia, impotencia y unas ganas asesinas de acabar con el responsable de esta tragedia.

—Que la busquen —ignore su comentario, mi voz era firme a autoritaria.

Solo mi orden bastó para que Castiel se diera la vuelta y le hiciera una señal con la mano y ellos comenzarán la búsqueda.

Todos se movieron de inmediato, solo cuatro se quedaron cerca de nosotros.

Camine a la casa de mi hermano y mi cuñada.

O mejor dicho, mi difunto hermano y cuñada.

Llegué a la casa y estaba intacta, mire al rededor y observé su pequeño jardín. La casa de mi hermano estaba más aislada del pueblo de Villa María.

Al ser los líderes de esta pequeña organización tenían ciertos privilegios, como una casa privada.

Los demás habitantes del pueblo vivían en casas conjuntas junto a sus hijos y familiares.

Entre a la casa y camine para explorarla.

Yo amaba a mi hermano, incluso a través de la distancia nuestro vínculo nunca se rompió, más que compartir la misma sangre él era mi gemelo.

Nuestro vínculo era tan fuerte que incluso antes de recibir la noticia de su muerte yo la sentí.

—¿Qué buscamos aquí? —preguntó Castiel—. Lo que necesitamos está en el jardín de las flores.

Llegué a su antigua habitación, la que compartía con su mujer.

Por mi mente cruzo mi hermosa cuñada, ella era pura luz, hasta que la oscuridad de mi hermano la consumió. Es por eso que alguien tan bella como ella termino envuelta en este negocio.

Explore su habitación, mire las fotografías que adornaban los muebles y colgaban de la pared.

En todas estaban ellos dos.

Siempre se tuvieron entre ellos.

Ni siquiera tuvieron hijos, solo una pequeña bebé que falleció a los dos años.

Recordé el horrible accidente que les arrebato su felicidad, del cual mi hermano termino culpandome  y llevando su negocio lejos del mío.

Pasaron años sin verlo, hasta que lo encontré y ofrecí seguridad para su pueblo a cambio de juntar nuestros negocios.

Él acepto, las pandillas amenazaban constantemente su pueblo y yo podía ofrecerles protección.

Estoy seguro de que él buscaba proteger algo.

Decía que era su negocio y a su mujer.

Pero debía haber algo más que lo forzó a dejar su orgullo y pedirme ayuda.

El infierno de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora