9. El contrato del diablo

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Michael De Santis

Inhale el aroma de su cabello y me sentí embriagado por su olor.

Mi pene se endureció tanto que crei que rompería mis pantalones.

No mentí cuando dije que le subiría el vestido, bajaría sus bragas y la azotaria tan duro que terminaría llorando y suplicando que pare.

Era claro que ella necesitaba disciplina, pero estaba dispuesto a dejar pasar todo ya que la perdida de sus padres era reciente.

Y sabía que si la tenía de esa forma justo como quería, no habría oportunidad en el infierno de que la dejara ir.

"Ella es tu sobrina, es tu niña. No puedes pensar así de tu niña..."

—P-por favor suéltame... —su voz estaba temblorosa y cargada de emociones.

No quería soltarla, quería agarrarla más fuerte y cumplir mi promesa de hacerla llorar.

Tomo todo mi autocontrol pararme lentamente y alejarme de ella.

Mire mis manos y asimile la atrocidad que estuve a punto de hacer.

¿Qué pensaría Elena sobre lo que iba a hacerle a su hija? Si ella siguiera con vida me asesinaría, o intentaría hacerlo. 

Quedaría devastada de el futuro que le espera a su preciosah hijaconmigo.

La familia no se toca así, esto no está bien.

Ella se paró temblorosa y se dió la vuelta para mirarme con ojos llorosos.

Mierda, ¿Qué estuve a punto de hacer?

Ella es una niña y no sabe nada de relaciones.

"Y eres su tío, maldito enfermo". La voz de mi hermano me atormentó en mi mente.

—Puedes retirarte a tu habitación, haré que la mucama te lleve algo de comer —trate de sonar frío y distante para no demostrarle lo mucho que esto me había afectado.

Ella ni si quiera me respondió, solo se dió la vuelta y se marchó.

Me sentí solo y un vacío me calo en el pecho.

Fui directo a mi habitación y me encerré ahí para emborracharme y atormentarme a mi mismo con mis pensamientos.

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Eloise Edevane

—¿Él te propuso que? —Charlotte me miró sorprendida.

Después de lo sucedido en el comedor con mi tío, me fui a encerrar a mi habitación a llorar y a pensar en todo lo que estaba ocurriendo. Dos horas después Charlotte entro a mi habitación y se acostó conmigo en la cama.

Me contó sobre cómo ceno en el jardín con Castiel y le pregunto a ella como se sentía y si necesitaba algo para hacer de su estadía un lugar mejor.

Estaba agradecida de que Castiel hubiera cuidado bien a Charlotte en mi ausencia.

Pero aún así podía ver los ojos apagados de Charlotte debido a lo ocurrido.

—Me propuso quedarme aquí y trabajar para él a cambio de mi venganza.

—El...

No era un secreto para Charlotte sobre lo mucho que deseaba vengar la muerte de mis padres, ella ya lo sabía. Y entendía lo que era perder un ser amado.

—Acepte —la interrumpí antes de que pudiera convencerme de no hacerlo.

Ella me miró compasiva.

—La venganza no es buena, El —su voz se torno triste—, eso no te dará la paz que buscas.

El infierno de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora