Capítulo V
Severus acomodó su cofre para regresar a Hogwarts ahora con este prácticamente solo, a él le tocaba hacer guardia, lo que agradecía, pues de ese modo no tenía que estar mucho tiempo en la casa del Lord.
El sonido de toques en la puerta se escucharon y el pocionista fue a abrir. El visitante hizo a un lado a Severus y entró como si estuviera en su propia habitación:
–¿Ya te vas?
-Si.
–Iré contigo.
–¿Por qué?
–Este matrimonio no funcionará si no nos conocemos apropiadamente –dijo... Rabastan.
–No es necesario –respondió reticente Severus maldiciendo su mala suerte al tener que soportar los avances de esa idiota.
–Lo es... quiero ver que tan agradable será mi esposo...
La frase fue dicha en un tono meloso que a Severus le dieron arcadas. Lastrange se acercó al hombre pelinegro y colocó su mano sobre las caderas de este, o lo intento, pues Severus se alejó:
–Te recuerdo que pronto me pertenecerás y debes cooperar
–Pero eso aun no sucede.
–Eso no importa, si quiero tenerte ahora, no hay nada que puedas hacer para evitarlo.
La varita estaba sobre la cómoda y Severus se idiota por no tenerla a la mano dijo Rabastan estaba por tocarle el... trasero.
-¡Maldita sea! –gritó Rabastan. Sirius lo había mordido en la pierna y no lo soltaba- ¡Quítamelo!
–¡Accio varita!
–¡Cruc ... !
–¡ Petrificus Totalus !
El hombre quedó inmóvil y Severus lo levitó fuera de su habitación.
–No te quiero ver en mi habitación... en ningún lado cerca de mí.
Dijo y azotó la puerta dejando al petrificado Rabastan en el pasillo a merced de las burlas de los otros, incluso el Lord pasó por ahí y negó comentando:
–Te dije que sería tu esposo, más no que sería tan fácil convencerlo. Esfuérzate Rabastan.
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Molly atribuye el potaje y Ginny lo llevó. La mayoría de los que habían usado en la misión no habían sobrevivido y entre ellos se contaba Percy.
Arthur, los gemelos y Bill estaban heridos. Muchos de la orden estaban desaparecidos y eso solo añadía más penas a los que quedaban, sin poder hacer nada por los que –tenían la esperanza– estaban prisioneros. Lo único que los aparecieron en pie era que muchas familias dependían de ellos.
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Lucius se sentó en la mesa del jardín y bebió su té. Narcissa se le unió poco después:
–¿No ha sabido nada de Draco?
-Si.
-¿What?
–Si salieras más de la mansión y tuvieras más tiempo con nuestro Lord, te enterarías que él y sus amigos han sido asignados a ser parte de la seguridad en el ministerio.
–¡¿De verdad?!
–Por supuesto.
Narcissa llamó el servicio de té para ella. Remus llegó poco después llevando una bandeja. Lucius rodó los ojos y comentó:
