Capítulo VI
Remus se quedó parado en medio del cuarto, no podía escapar ni quedarse ahí y era todo un dilema, y aun se preguntaba si debía fingir amor hacia la rubia para que esta no se hubiera ido. Su naturaleza era sincera, pero por primera vez, el rubio trigo se arrepentía de eso, pues no dudaba que Lucius Malfoy lo torturaría y se lo entregaría al Lord para que este tuviera el placer de matarlo.
El licántropo se quedó un rato pensando y solo se le ocurrió una solución... fingir que Narcissa aun estaba en la mansión y rogar por que los dos Malfoy restantes siguieran ocupados como hasta ese momento para que no buscaran a la rubia, solo pedía el tiempo suficiente para buscar un modo de escapar de ese lugar.
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En Suiza Narcissa se instaló en una casa de campo en la que esperaba estar algunas semanas que servirían para que los hombres de su vida notarán su ausencia y la apreciaran como se merecía. Aunque rogaba porque Remus no saliera lastimado, pues tomó las precauciones de ordenar a los elfos que lo protegieran.
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Draco se acomodó la túnica y se apareció en las mediaciones de la casa del Lord. Theo había arreglado que esa misma noche les tocara guardia a ellos tres, esa sería su oportunidad de saber más de lo que Granger planeaba u apoyaba.
El rubio llegó hasta la Mansión y entró yendo directamente a presentar sus respetos a su Lord, afortunadamente para él y su Oclumancia, este no estaba en el país. El de ojos grises recorrió los pasillos impidiendo a los pocos guardias que se encontraron, llegó hasta las escaleras de las mazmorras y bajó.
Al irse acercando notó que el lugar estaba iluminado y que había un hechizo para avisar de extraños:
–Draco Malfoy –dijo y colocó la varita en el manto.
La barrera le permitió pasar y bajó hasta el último escalalón. El heredero Nott ya estaba en el lugar repartiendo algo de alimentos:
–Llegaste temprano.
–No podemos hablar con ellos si se están muriendo de hambre.
–Ninguno de nosotros fue elegido para venir de guardia, no pudimos ayudarnos.
–Ese es el problema y Severus seguro que no ha podido dejar Hogwarts.
–¿Mi padrino?
–Oh... bien, pues no recordaba que no lo sabías. Severus les ha estado dando algunas pociones reconstituyentes y ha curado sus heridas.
–¿Cómo sabes que eso?
–Quien más podría tener esa reserva de pociones.
–... Ya veo. Ese hombre es tan extraño.
–No tanto como nosotros, pero son tiempos difíciles y hacemos cosas que pensamos nunca haríamos.
–Ya.
El rubio recorrió las celdas y fue viendo a los que se encontraron en el lugar. Hermione y Luna en una, Neville, Ron y Charly en otra y en las más frías del fondo... Harry Potter. El rubio se paró frente a esa y vio como este devoraba los bocadillos que Theo había llevado. Draco mostró y pensó que el chico insoportable y preferido de Dumbledore ya no quedó nada, sin embargo eso –contrario a lo que esperaba– no le produjo placer. Los ojos grises dejaron de ver al moreno que no se preocupó por el escrutinio:
–¿Cuánto tiempo tenemos Theo?
–Toda la noche. No hay más que tres de guardia arriba, tú y yo.
