Capítulo XXIVSeverus emergió primero y se quedó un momento mirando el salóncito de la chimenea y suspiró. Sirius salió sacudiéndose.
–¿Qué sucede?
–...
–Severo...
–Creo que entiendo que no sea de su agrado, pero invadir mi casa es...
El animago abrazó a su esposo:
–Tranquilo, no pienses más en eso.
–Imagina que ellos –Severus tocó su vientre– ya estuvieron aquí.
El heredero Black no respondió, pero se tensó tan solo de pensar en esa posibilidad.
–Presionare a los aurores para que resuelvan esto lo más rápido posible.
–¿Te unirás a Lupin?
–¿Cómo?
–La mansión Malfoy también fue atacada.
–¡¿Lo fue?!
-Si.
–¿Tú crees que los Zabini también fueron atacados?
-I don't know.
–Los Nott no, pues su casa estaba muy vigilada. –pensó en voz alta Sirius.
–Eso reduciría las posibilidades a los mortifagos que cambiamos de bando o los que se casaron con los mortifagos .
–Eso fue el pasado.
–Sabemos que el pasado casi nunca se queda atrás.
–No hables así y no me importa lo que la gente piense, yo quiero justicia y no justificare a los idiotas que hicieron esto.
–Aunque aún no me ha dicho que hicieron.
–...
-Sirio...
–Solo tratar de romper las protecciones.
–Qué bueno que solo fue eso –respondió Irónico el pocionista– Olvídalo, vamos a dormir.
–¿Dormir? – preguntó decepcionado el animago .
Severus volteó y tomó su pareja del rostro.
–Lo siento, pero no tengo ganas de más.
–Entiendo.
Dijo Sirius y abrazó a Severus guiándolo a su habitación.
–Mañana vamos a comprar algunos elfos.
-Si. –aceptó el heredero Black– Porque pasado mañana debemos ir a la inauguración de la fábrica de Lucius la casa se quedará sola de nuevo.
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Lucius vio a Remus que preparaba la cama y preguntó:
–¿Por qué no se lo pediste a un elfo?
–Me gusta hacerlo para ti.
–Ya...
–¿Lucius hay algo que quieras decirme?
Lucius suspiró temiendo ese instinto de Remus que notaba cundo él tenía una preocupación.
–No quería decírtelo, pero no hay modo de que no te enteres... también la mansión fue atacada...
-¡¿What?!
–La verdad es que ni siquiera lograron nada, por eso no te lo había dicho.
–No es el daño sino el intento, tendremos que avisar a los aurores .