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Capítulo III

Harry y sus dos amigos avanzaron con valentía a lo que sería un destino inseguro y puede que fatal. La batalla estaba en su apogeo, pero los tres intentaron no poner atención a los gritos y maldiciones que se escucharon y siguieron con su camino, pues del éxito que ellos tuvieron, sería lo que inclinaría la balanza en su favor.

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Severus se enfrentó a los gemelos Weasley y si bien estos eran buenos en conjunto, el pocionista tenía experiencia en los duelos y en pensar con astucia y por eso usó el divide y vencerás :

¡Chucho ataca!

Fred se giró a ver a quien le gritaba esa orden Snape y reconoció al enorme perro que luchaba con la orden:

¡Sirio!

Fred corrió tratando de acercase al perro y Severus aprovechó para lanzarle una maldición:

¡ Difícil !

¡Fred!

George se interpuso entre su hermano y la maldición y cayó, pues el hechizo pasó rozando una de las orejas. Fred junto volvió a su gemelo y al ver tanta sangre, cargó con él y se quitó sin dejar de defenderse de los ataques de Severus. El profesor los vio alejarse o sería mejor decir les ayudó al alejarse, él no se optó por un asesino de niños. El de cabello negro se giró hacia donde el perro se debatió en el suelo como si un cruciatus le fuera aplicado.

Deja de payasear que solos es un poco de comezón.

Snape avanzó –buscando otro objetivo al que derrotar– seguido del perro, claro este último en contra de su voluntad.

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A unos metros de la entrada principal Lucius luchó en contra de Remus Lupin, cerca de Lucius, Narcissa detenía a su sobrina Tonks. La rubia a pesar de su aspecto delicado era muy diestra en lanzar maldiciones, sin embargo no tenía la intención de herir a su sangre por muy media sangre que fuera.

¡ Depulso !

Se escuchó la voz de Narcissa y la metamorfaga salió disparada lejos del lugar cayendo inconsciente. Narcissa se unió a su esposo, mas este la rechazó:

Ni lo intentes...

Siseo el rubio. Narcissa se alejó, pero antes de hacerlo susurró:

Por favor Lucius...

Diez un poco de dignidad. –Lucius sintió la sangre hervir de rabia y se desquitó con su contrincante– ¡ Crucio !

El Protego de Remus fue hecho pedazos y la maldición lo logró por la fuerza que esta llevaba. Remus apretó los dientes tratando de resistir sin caer, pero sintió como el Crucio iba subiendo de fuerza, pues Lucius se iba acercando a él sin ceder en el ataque.

¡ Desmaio !

Se escuchó un hechizo. Lucius giró de inmediato en dirección de donde su esposa se había alejado y la vio con la varita en la mano y apuntando hacia Remus.

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