Capitulo IV
Remus entró a la habitación y abrió las cortinas. En la enorme cama, el durmiente se quitó. El licántropo se quedó parado, no esperaba que este estuviese aun descansado, pues solía salir muy temprano. Los ojos plateados se abrieron y parpadearon. Lucius tardó un poco en enfocar la vista y de inmediato su rostro –que antes dormido se vio sereno y atractivo– se convirtió en una máscara de molestia:
–¡Que Dementores haces aquí! –Gritó Lucius molestó- ¡Lárgate, sal de mi habitación!
Remus obedeció sabiendo que el patriarca Malfoy no se detendrían en mandarle un Crucio si no obedecía. Llegando a la puerta y al cerrarla, alcanzó a escuchar que el rubio platino llamaba a su elfo. Lupin se sintió mal, pues por su culpa la pobre criatura sería castigada, así que se armó de valor y volvió a entrar:
–No es su culpa. Yo entre sin avisar, pues mi... ama me envió a limpiar este cuarto.
Lucius miró al hombre lobo sintiendo que temblaba de furia.
–¡Crucio ! _
Remus cayó hincado recibiendo la maldición y mordiéndose los labios hasta sangrar para no emitir sonido, pues no le daría esa satisfacción al Malfoy.
La magia de Lucius se sintió y eso indicó a Narcissa que algo andaba mal. Salió de su habitación y corrió a la de su esposo, Draco llegó poco después de ella. Narcissa entró corriendo:
–¡Déjalo ya Lucius!
La rubia se interpuso y los ojos plata de Lucius, se entrecerraron:
–Retirarte Narcissa, si no quieres que olvide mi educación y te enseñe a obedecer mis órdenes.
Draco intervino sabiendo que su padre era muy capaz de cumplir esa amenaza:
–Madre llévate a tu mascota y que nunca entre de nuevo a la habitación de mi padre –Esperó a que Narcissa saliera help a Remus a caminar y luego se giró para ver a su padre– Se ha ido, ya puede tranquilizarte. Es mejor que ella viva en otro lugar, si quiere convivir con esa bestia que lo haga lejos de nosotros.
–El Lord no vería bien que tu madre no viviera con nosotros.
–Pero a ti te afecta mucho la presencia de Lupin.
–Está bien, lo tolerare hasta que no mudemos.
–Bien, hare que no tengas que verlo mucho.
Draco salió de la recamara y fue hasta la de su madre, donde entró sin anunciarse.
Narcissa atendía a Lupin y este se dejaba hacer. El rubio menor se sentó en el sillón cerca del balcón:
–Nunca te he juzgado, a pesar de que desde muy pequeño sé que no amas a mi padre...
–Ni él a mí...
–Ese no lo pongo en duda. Sin embargo debe aceptar que él no trajo a su amante a la casa donde reside su familia .
–Pero las tiene.
–Creo que si debe tener amantes, pero eso no es lo que estamos discutiendo
–Draco yo...
–Ya te he dicho que no te juzgo, pero es algo desagradable ver que te humilles por él –Draco miró a Remus– Apuesto a que si le dieran a elegir, proferiría estar libre o muerto antes de ser una mascota sexual. Te quiero madre y eres una hermosa persona, no te humilles de este modo.
Draco se dejó dejando a Narcissa sumida en sus pensamientos. Remus miró al chico salir considerando que este ya era todo un adulto, pues era muy cierto lo que había dicho, él no amaba a Narcissa si bien le agradeció que lo salvara no se sintió capaz de acercarse a ella por mero agradecimiento y de ese modo se lo había hecho saber.
