Capítulo VIII
Las habitaciones fueron preparadas por los elfos y Draco con sus amigos instalados, se fue a dormir, ordenando que no le molestaran en toda la mañana.
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Una noche antes, Lucius había sido informado de que su hijo no se encontraba en la mansión y el motivo de esto, por lo que optó por salir a cenar con algunos posibles socios de América. De ese modo una noche más, Remus pudo descansar tranquilamente sabiendo que ninguno de los Malfoy lo descubriría.
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Las vendas fueron cambiadas y el chico se intento levantar de nuevo:
–No podemos estar desperdiciando vendas en ti Olliver, hay más heridos que las necesitan –regañó la chica pelirroja.
–Pues déjame ir y no tendrás que cambiarme los vendajes Ginevra –se defendió molesto este.
–¡¿Dejarte ir a una muerte segura?!
–Debo buscarlo, sé que está vivo.
–También deseamos que sea así, pero arriesgaste inútilmente no ayudar a nadie.
El joven no respondió a las palabras sabias de la menor de los Weasley, estaba poniendo en riego a todos y solo porque no soportó no saber nada de Harry.
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Severus tomó los frascos y se dispuso a visitar la mansión de su Lord, casualmente cuando este no estaba, y agradeció la información que Rabastan le había proporcionado. Voldemort estaría un par de semanas en el extranjero y eso le daba tiempo. El ex profesor miró al perro que estaba impaciente y pensó que permitiría que este se quedara una noche entera en las celdas con sus conocidos, no porque él fuera un amo muy amable, si no por que aprovecharía ese tiempo para ir a... distraerse .
El mago y el perro se alejaron de las protecciones y se aparecio cerca de la casa del lord, de ahi el camino fue mas rapido porque el animago iba corriendo veloz. Al llegar a la casa el perro se detuvo y esperó al mago que llegó poco después.
–Anda entra sin mí y veras como eres el blanco de diversión.
El animago gruñó fastidiado. La bizarra pareja entró y Severus casi sonrió al comprobar que la mayoría de los mortifagos habían aprovechado la ausencia de su amo y habían dejado su puesto de vigilancia, seguramente para hacer lo mismo que haría esa noche él... depende.
El camino a las mazmorras fue corto y de pronto los visitantes ya estaban en el lugar. Severus revisó a los reos y notó con cierta extrañeza, que estos no estaban tan mal como él esperaba después de no recibir su visita por casi nueve días. El pelinegro terminó su labor y se paró en el centro del lugar:
–Quiero respuestas y no me iré sin obtenerlas, ustedes deciden si será voluntariamente... ¿Quién les está ayudando?
–...
–...
El silencio se endureció por todo el lugar como respuesta y los ojos negros alzó su varita y apuntó al primero que se le presentó:
–¡Imperio ! _
Neville se levantó cual títere siendo manipulado y se acercó a las rejas:
–Longbottom dígame... ¿Quién les ayudó?
–... –El chico se resistió por unos segundos–... Tres de los Slytherin...
–¡Nombres! –gritó tan preocupado como furioso Severus.
–... Malfoy... Nott... Zabini...
Severus capturó de golpe la maldición:
–¡Malditos mocosos idiotas!
