Prólogo.

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Lena Kieran Luthor, tenía apenas la tierna edad de catorce años cuándo fue condenada a diecinueve años de prisión por el delito de homicidio. Ella no le dió importancia a la fuerte condena que le impusieron, porque esa era la consecuencia de la venganza que tomó por la imperdonable traición que habían sufrido sus fallecidos padres y ese conocimiento le bastaba para cumplir su largo castigo.

Lena, fue enviada a la cárcel de menores mientras cumplía su mayoría de edad y con el transcurrir del tiempo, ella se convencía de qué vengar a su familia había sido lo correcto, pero en su conciencia pesaba enormemente la muerte de ese maldito hombre qué le arrebató todo a sus padres y no bastándole con eso, los mandó a matar, dejándola completamente sola en el mundo.

Aquel acto nada infantil de su parte, producto nada más qué del inmenso dolor de la pérdida de su única familia y de la rabia que sentía hacia el causante de todo su dolor, Lena tomó la pistola qué solía ser de su padre guardada en el último cajón de su escritorio y fue con rabia ciega y con pistola en mano hasta las oficinas de Morgan Edge en Metrópolis. Todas las abrumadoras sensaciones qué sentía producto de su reciente pérdida y la rabia qué la consumía, la llevaron a cometer ese terrible acto, cómo lo fue acabar con la vida de ese hombre, convirtiéndose en una asesina, cómo él.

Pero a pesar de todo en su mente, ella aún tenía la lucha constante entre el peso de haber acabado con la vida de ese horrible hombre y la certidumbre de qué había hecho justicia a sus padres, pero eso no la hacía mejor qué el hombre al qué arrebató la vida y eso aumentaba un poco más toda la frustración de Lena en medio de las paredes interminables de su confinamiento.

Y no le ayudaba tener el pensamiento recurrente de que quizás existía algún familiar de Morgan Edge, qué quisiera vengarse de ella por asesinarlo, porque esa idea estaba siempre en su mente. Y en todos los años en los que estuvo con mujeres adolescentes de su edad en aquella prisión, Lena temía qué alguna venganza cayera sobre su cabeza, porque ya nada podría defenderla, pero para su suerte eso nunca apareció nadie quién quisiera cobrarle la vida qué tomó.

Aunque a pesar de sus profundos remordimientos y temores, sus años encerrada entre esas cuatro paredes, pasaron entre largos días de estudio y pesadas noches encerrada en su celda totalmente aislada de las demás mujeres por causa de su innata condición. Lena, se había acostumbrado a la fuerza a la qué era su vida en esa prisión y sabía qué eso era lo mismo que le esperaba por muchos largos años más.

Pero con su mayoría de edad recién cumplida, su traslado a la Prisión de Máxima Seguridad de Metrópolis era inminente y con eso, todo lo qué había llegado a conocer, sería arrebatado por completo.

La última Luthor, comprobó todos sus temores la primera noche en su nueva prisión, la qué sería su nefasto hogar por largos años más mientras sus nuevas compañeras reclusas le dieron una paliza qué reventó su piel hasta sacarle sangre cómo bienvenida.

Y mientras permanecía tirada en el suelo de su nueva celda, Lena, se juró no dejarse lastimar nunca más de ninguna de sus nuevas compañeras y la próxima vez qué intentarán hacerle daño, ella no dudaría en defenderse, porque su orgullo Luthor había sido lastimado de nuevo y ella no dejaría qué volviera a pasar, así fuera lo último qué hiciera en su vida.

Pero con lo único que Lena no contaba, era con qué sus compañeras eran a las qué menos debía temer y de eso se dió cuenta en el mismísimo instante en el qué conoció a la directora de la Prisión de Máxima Seguridad, la siempre altiva, orgullosa e irrepetiblemente hermosa, Kara Zor-El.



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