XXIII.

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Lena POV.

Apenas esta mañana estaba recogiendo a mi hermosa novia en el aeropuerto internacional de Metrópolis o más precisamente la esperé a las afueras de este porque tengo terminantemente prohibido entrar al aeropuerto debido a mi condena y la posibilidad de que pueda escaparme de la ciudad. Pero a parte de esa molestia, quise buscar a mi chica a la que extraño todo el tiempo y la que sé que ha estado pasando unos días difíciles en la empresa, y sólo quería abrazarla para reconfortarnos mutuamente, además de disfrutar de nuevo de nuestra cercana compañía que es tan escasa por obvias razones; y aunque Kara se sorprendió mucho al verme allí esperándola, ella no dudó un sólo segundo en correr a mis brazos para esconderse entre ellos y podría jurar qué mi corazón se quería salir de mi pecho de la emoción qué sentí al tenerla justo así, porque es un gran cambio el que he visto en Kara desde que la conocí cómo la despectiva, orgullosa y exigente directora Zor-El, hasta ahora cuándo además de todo eso, he logrado conocer sus lados apasionados, amables, amorosos y tiernos, qué me encanta descubrir en ella cada vez, porque aún cada día me sigue pareciendo increíble qué la mujer qué tanto amo, es mi novia.

No sé cuánto tiempo nos mantuvimos allí afuera del concurrido aeropuerto tan unidas sin preocuparnos por nada más qué no fuese nuestro abrazo. Las personas pasaban murmurantes y algunas veces ruidosas y tan de prisa a cada lado de nosotras, y yo sólo podía concentrarme en su penetrante aroma inundando mis pulmones y en sus suaves curvas bajo las delicadas caricias de mis manos y sí pudiera escoger uno de mis momentos favoritos con Kara, ese reencuentro y la sensación cálida que dejó en mi pecho, estaría dentro de los primeros para mí y justo después del suave y tentador beso qué sus labios dejaron sobre los míos al terminar nuestro acogedor abrazo.

Me parece de verdad increíble qué aún pueda sentir la fuerza de nuestro abrazo sobre mi cuerpo junto al sabor de sus deliciosos labios sobre los míos, y qué ahora ya se esté acabando este día, sin siquiera haber tenido un sólo momento a solas; lo qué es en realidad injusto teniendo en cuenta que llevamos casi un largo mes sin poder vernos y sentirnos de esa forma. Pero viendo a mi novia jugando infantilmente con sus preciosas sobrinas mientras ellas juegan a acampar a un lado del amplio jardín interno de la casa de sus amigos, Alex y Maxwell y qué ahora también puedo llamar como míos propios, porque aunque le costó mucho aceptar mi presencia y sobre todo mi relación amorosa con Kara, sé que Alex ha aprendido a verme cómo su amiga, olvidándose de mí pasado oscuro, lo que aprecio mucho sabiendo lo importante que es ella para mi rubia, y ni qué decir de Max, qué después de todo lo que me ha ayudado, enseñado y apoyado desde que salí de prisión, se ha convertido en casi un hermano para mí.

Sonrío enternecida por la hermosa escena frente a mí, mientras disfruto mi fría copa de whisky a tan sólo unos pasos de ellas, recostada sobre una cómoda tumbona con mi cuerpo totalmente extendido, sintiéndome cómo en casa rodeada de personas tan queridas para mí. Observo a nuestros amigos marcharse a escondidas de sus hijas entre besos y caricias conscientes hacia el interior de su casa, aprovechando qué tienen la vigilancia de sus tías cómo suelen llamarnos Ruby y Gayle a nosotras. Maxwell, se despide con un ligero movimiento de mano en mi dirección y aunque está muy lejos de mí ahora, puedo escuchar cómo alegan ambos sobre la forma en qué sus niñas se olvidan de ellos cuándo están con nosotras; lo qué hincha mi corazón de felicidad.

No puedo dejar de pensar en qué hace algunos años cuándo observaba las frías paredes de mi celda, la sola de idea de tener un hogar, la tranquilidad en los días independientemente del estrés del trabajo y de la intromisión de las personas y tener a una mujer qué me amara, era sencillamente imposible para mí; pero entonces conocí a Kara y caí tonta perdidamente enamorada de ella, aún sin saber qué era eso llamado amor y con el pensamiento claro y pesimista en mí mente de qué una mujer cómo Kara jamás estaría con alguien cómo yo, pero una tras otra, Kara derrumbó cada pensamiento fatalista de mí y aunque no siempre fue fácil para nosotras y no lo está siendo particularmente ahora, es bueno tener estos momentos de calma y alegría, porque por estos es que vale la pena seguir luchando cada día.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora