XXXVI.

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Lena POV.

Kara, jadea sorprendida al verme aquí parada en la puerta de su habitación y Alex la sigue rápidamente viéndome agitada y respirando tan aceleradamente frente a ellas, pero en lo único qué puedo enfocarme realmente, es en la pequeña bebé en brazos de mi rubia, nuestra primera hija. Ella se ve tan diminuta y frágil durmiendo tan tranquila sobre los brazos de Kara, qué siento qué mí corazón fácilmente podría estallar de amor en cualquier segundo mientras observo a las mujeres de mi vida finalmente frente a mí.

Me parece increíble poder estar aquí y presenciar con mis ojos el milagro de una nueva vida producto del más inmenso amor qué siento por Kara; después de pasar toda la larga noche viajando bastante llena de ansiedad y con la enorme alegría inundando cada centímetro de mi cuerpo con la noticia de qué ya soy mamá.

Casi me da un infarto de la emoción en medio de mi oficina en LuthorCorp cuándo Alex me informó qué Kara había entrado en trabajo de parto; y no pude hacer nada más qué esperar por noticias de mi mujer y de nuestro hijo, con los nervios consumiéndome cada vez más, imaginando cualquier escenario en el qué algo salía mal con nuestro bebé naciendo tan prematuramente y estar tan lejos de ellos, no mejoraba mi estado porque me carcomía la culpa y la molestia porque la condena qué estoy pagando por un ajuste de cuentas qué tomé en contra del hombre qué me arrebató todo, de nuevo impedía vivir algo tan importante en mi presente, porque definitivamente estar todo el embarazo de Kara tan lejos de ella, con esas ganas qué tenía de estar a su lado y no poder, no me prepararon para la cruda realidad de qué me perdería el nacimiento de nuestro primer hijo juntas, y qué no sería yo quién le dijera al amor de mi vida qué todo saldría bien, qué los dos estarían bien cuándo todo al fin terminara; pero no pude hacer nada de eso; sólo quedarme postrada sobre mi silla esperando qué Alex volviera a darme actualizaciones sobre Kara y nuestro bebé, y esas fueron las horas más largas y estresantes de mi vida mientras esperaba con mi celular atrapado con fuerza entre mis dedos, buscando no perder ningún mensaje o llamada qué me dijera qué había pasado. Hasta qué después de varias horas, Alex volvió a llamarme y al instante respondí, sólo para escuchar la maravillosa noticia de qué Kara había tenido una niña, nuestra niña. El poco aire qué podía contener en mis pulmones con la angustia de no saber lo qué estaba pasando, se escapó en ese instante de mis labios cuándo supe qué era mamá de una niña y qué también es hija del amor de mi vida; y en ese momento sólo quería correr hasta ellas, sin importarme las consecuencias de escapar de Metrópolis, sólo para tener un instante frente a mí novia y a nuestra recién nacida, para luego abrazarlas con todo mi amor, para no dejarlas escapar nunca más de mí lado.

Y toda mi intensa emoción y anhelo, recargó esa idea impulsiva, pero sabía qué ésa era la única forma en mí situación para poder estar con mis amadas mujeres y sí tenía qué acudir a esos hombres qué me ayudaron una vez a salir de aquí sin problemas, lo haría de nuevo sin importarme qué pudiera pasarme después, porque tal cómo la vez anterior, era la única forma de poder acompañar a Kara y a nuestra bebé, a pesar de qué eso significara faltarle la promesa a mi rubia de no poner en peligro mi libertad condicional, pero conocer a la bebé qué creamos juntas con tanto amor, bien valía la pena volver a prisión, sí me atrapaban yendo hasta ellas. Y con eso en mente, salí apresurada de LuthorCorp sin darle explicaciones a mi asistente, qué se quedó llamando mi nombre a gritos detrás de mí, pero nada de lo qué tuviera qué decirme la señorita Rojas podía interesarme en ese momento; salvo qué tenía qué llegar ya mismo a Londres, para no perder más tiempo del qué ya había perdido con mi familia.

Y mientras hacía mi camino algo acelerada hacia Luthor Manor, me comuniqué de inmediato con esos hombres, con los qué creí no tener qué volver a tratar nunca con ellos y qué sólo después de prometerles una cantidad absurda de dinero cómo pago por sus clandestinos servicios, accedieron a llevarme esa misma tarde a Londres; y de no ser porqué encontré a mi amigo, Maxwell sentado en el porche de la entrada de mi casa, quizás sí habría tomado aquel aventurero escape para estar cuándo sé qué más me necesita Kara y ahora nuestra hija.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora