XXXIV.

604 146 6
                                    


Kara POV.

Estar embarazada, viendo mes con mes crecer a mi bebé y sentirlo moverse con determinación en mi vientre cada día más, ha sido la aventura más loca de mi vida y he amado cada segundo de proceso; y aunque no esperaba tener qué pasar por todos estos importantes cambios, cuándo supe qué estaba esperando a mi hijo con Lena, después de la enorme sorpresa qué esa noticia me causó, sólo pude alegrarme porque pronto sería madre y cuidaría a mi bebé con mi vida, de llegar a ser necesario y ha sido así cada segundo desde entonces. Porque lo defendí de mi ojiverde cuándo dijo todas esas tonterías y volví a defenderlo cuándo se presentó cada oportunidad, qué no han sido escasas por desgracia; porque fueron tan dolorosas, cómo enervantes, todas las cosas crueles qué dijeron sobre mí bebé sólo porque también es el hijo de Lena. No puedo empezar a describir lo mucho qué me molesta esa situación porque todavía no entiendo porque demonios no pueden sólo borrar el pasado y dejarlo totalmente olvidado, cómo yo lo hice hace tantos años, porque de no haberlo hecho, yo no estaría disfrutando de un amor tan puro, cómo nunca me creí capaz de sentir y mucho menos estaría esperando un bebé, producto de ese gran amor. Pero esas dos circunstancias, poco les importaban a las personas qué no nos conocían o qué sí lo hacían, sólo se aferraban a una parte pasada y dolorosa de nuestra historia; pero por suerte tuve los medios qué mi fortuna e inteligencia me daban, para arrancar de raíz todos esos extenuantes problemas, porque sencillamente no iba a dejar qué continuaran perpetuamente todos los reclamos y los insultos a la mujer qué amo, qué es además la madre de mi hijo y mucho menos pensaba dejar qué desde el vientre, atormentaran la existencia de mí amado bebé.

Pero todo ese trabajo extra qué estaba teniendo sacando a esos indeseables de mi camino, me tenían los nervios de punta, y terminó rápidamente manifestándose físicamente en todo mi cuerpo y más específicamente en mí tensión; qué estaba más delicada qué nunca, lo qué en principio me asustó muchísimo y llegué a pensar qué podría ser algo bastante serio, y aunque sí es algo de lo cuál debería cuidarme, teniendo en cuenta mi estado gestante, no era nada qué bastante descanso y mucho respeto por las órdenes médicas, no pudiera solucionar o mantener controlado, qué es lo qué necesitaba para poder estar tranquila sabiendo qué mi hijo estaría bien, sí yo estaba sana; y con eso me bastaba para ser bastante cuidadosa conmigo misma, a pesar de qué siempre he gozado la libertad qué me ha dado mi alta cuna.

Y no es qué no ame Londres, porque es y toda mi vida ha sido mi hogar, a pesar de todos los años qué estuve viviendo fuera, pero tener qué estar obligatoriamente aquí, sin la más mínima posibilidad de poder viajar a ningún lado, me molestaba terriblemente y me ponía muy ansiosa, porque afectaba una gran parte de mis negocios, pero ni siquiera eso me parecía tan malo, cómo era tener bloqueados todos mis planes de ir a visitar a mi hermosa novia hasta a Metrópolis; dónde ella también está confinada. Y cuándo esa realización llegó a mí, juro qué pensé qué nunca antes había sentido tanto el peso de mantener una relación a distancia con Lena, cómo cuándo se me prohibió subirme a un maldito avión o cualquier actividad qué pudiera acelerarme o angustiarme en lo más mínimo, por lo qué incluso mis horas en Edge Corporate Group, se vieron gravemente menguada, lo qué fue un duro golpe a mí rutina porque desde hace años no tenía tanto tiempo de descanso, porque me encanta trabajar por lo mío, para hacerlo crecer cada vez más, tal cómo bien me había enseñado Morgan.

Y entonces, cuándo eso sucedió, me quedó más que claro qué una madre es capaz de cualquier cosa por su hijo, porque a pesar de qué no me gustaban para nada todas esas prohibiciones, no dudé ni un sólo instante en acatar cada cosa qué me indicaron sólo, para llevar mi embarazo lo mejor posible. Y mi hijo, creciendo fuerte y sano, era el mejor regalo qué podía esperar y me alentaba a seguir cuidándome para él, para mí y mi salud, qué definitivamente ya no es la misma qué cuándo tenía veinte años e incluso también me estaba cuidando para mí linda ojiverde, qué se asustó mucho al darse cuenta de mis complicaciones; y aunque me dió mucha ternura su preocupación, juro qué ella me estaba llevando de los nervios con su actitud tan protectora; pero por fortuna, eso ya había quedado en el pasado y Lena entendió al fin qué yo estaba bien, y qué su bebé también lo está, a pesar de qué estamos tan lejos de ella.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora