I.

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Lena POV.

Sus amables ojos castaños me observan con pena, y trato de sonreírle para calmar su pesar por mí nefasto estado, pero las grandes heridas de mis labios y pómulos hacen contraer mi rostro en una pesada mueca, qué merece otra mirada de lástima de su parte. Ésta buena mujer, una de las pocas qué he conocido en mi vida en prisión, me ha visto terminar de crecer bajo estás cuatro paredes de la prisión de máxima seguridad y cada último sábado de todos los meses, ella es quién cura todas mis heridas producto únicamente de las infernales peleas organizadas clandestinamente en prisión. 

Nunca quise pelear ahí y lo sabía desde antes de ser enviada allí por los rumores qué oía sobre la prisión de máxima seguridad, pero después de la primera paliza que me dieron al ser transferida aquí, me juré no dejarme vencer más de ninguna mujer y a causa de mis inexpertas defensas y golpes lanzados más con rabia qué con destreza, terminé envuelta en el llamado "Coliseo", dónde las prisioneras más fuertes de cada bloque éramos obligadas a pelear, y nos mal llamaban gladiadoras a todas las que cada mes nos peleábamos por ganar una supuesta protección de los guardias por un mes más, y haciendo ganar miles de dólares a esos quiénes desde afuera de prisión apuestan por éstas mujeres condenadas al encierro cómo yo. 

Y desde que entré al Coliseo casi por la fuerza de mantener una imagen ruda de mi, qué por supuesto no tenía nada qué ver conmigo, yo no había perdido ni una sola batalla en el maltrecho ring instalado en un bloque olvidado de ésta maldita prisión. Todos estos años me costaron largas y profundas heridas mantener mi récord de ganancia en esa nefasta arena, pero sólo pude mantenerme vencedora ahí. Porqué cuándo salía del Coliseo, era una completa perdedora tontamente enamorada de una mujer tan imposible para mí. Ella era la única mujer qué ha llamado mi atención en toda mi vida, a pesar de haber estado rodeada de cantidad de mujeres en prisión, pero sólo una mirada me bastó a sus brillantes ojos azules, para caer rendida ante ella. Kara Zor-El, fue mi perdición desde el principio y lo sigue siendo casi once años después de tener el agrado de conocerla.

Recuerdo qué fui presentada a ella al día siguiente de mi llegada a prisión y quedé cautivada por completo con su poderosa presencia. Su trato fue duro hacia mí y su mirada era prevenida y lejana, pero no tardé en querer estar bajo sus hermosos ojos azules todo el tiempo, porque ella tiene la mirada más linda qué he visto en mi vida y pienso qué de seguro es capaz de eclipsar al mundo, mí mundo.

Todos creen qué Kara es una cruel y despiadada persona, y puede que eso sea muy cierto, cuándo la ocasión lo requiere mientras dirige la prisión, qué es dónde únicamente la conozco; pero ella también es hermosa, amable, generosa y totalmente apasionada. En sus labios, conocí la suavidad en una vida repleta llena de espinas cómo la mía. En su cuerpo descubrí la completa felicidad, mientras nos volvíamos una misma haciéndonos el amor. Ella podía llamarlo sexo todas las veces qué quisiera, y decirme una y mil veces más qué yo no significaba nada para ella, pero cuándo la ropa salía de nuestros cuerpos y la pasión se apoderaba por completo de los cortos momentos qué podíamos pasar juntas en prisión, sus ojos me mostraban una realidad completamente distinta. Pero cuándo nuestros cuerpos ya estaban tan saciados de placer, su máscara de seriedad no tardaba en volver a ella, y yo no podía hacer nada más qué aceptarlo, porque sabía qué en mi condición de convicta, una mujer cómo Kara jamás estaría fuera de prisión conmigo. Tal vez sí no hubiera hecho lo que hice, podría ser otra nuestra suerte, o de no haber conocido nunca a Morgan Edge cómo un socio de mis padres, mi familia nunca habría sido traicionada ni asesinada por él. Tal vez, pienso inocente qué quizás con todos los recursos del apellido Luthor, esos qué perdí hace mucho tiempo, una mujer cómo Kara podría fijarse en mí para algo más que su desahogo sexual sabatino; pero los tal vez no existen y esta fue la maldita suerte qué me tocó, tener su cuerpo pero nunca tenerla a ella por completo, se sentía casi cómo sí probara el paraíso pero no podía quedarme en el.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora