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Una decisión puede cambiarlo todo
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..., Suiza

—¿Que me puedes decir de los historiales en tu teléfono? Los pequeños detalles podrían ayudar.

La vi a los ojos. Y recargue mi pierna sobre el banquillo frente al sofá.

—Nada después de la medianoche —le explico— mi respaldo se hace al día y por lo que los oficiales dijeron el accidente paso dos horas después, así que durante dos horas no hay registro de llamadas o mensajes.

Asiente en silencio, pensativa. Se acomoda las gafas y pone sus codos a los lados de la silla.

—Bien —sonríe— dejare eso por un lado... El coma ¿Como lo has sobrellevado?

—¿Siempre será así?

—¿Así como?

—Tu me haces preguntas, yo contesto hablando sobre todas mis desgracias, me victimizo, para que después resulte que solo soy una mocosa malcriada que no obtuvo lo que quería e intentó suicidarse.

Había leído las noticias, visto la Tv.

Su expresión cambia a una triste.

—No finjas pena por mi —me rio secamente— no es necesario, tienes bastantes pacientes en situaciones peores, no me creo lo de "me preocupo por ti"

—Pues lo hago Elizabeth —cruza su pierna— e intentar acabar con tu vida no se toma a la ligera.

Limpio una lágrima antes de que baje por mi mejilla.

—Necesito que cooperes —pide— o no me quedará de otra más que internarte.

Hay un silencio en aquel consultorio.

—No puedo dormir. Siento que algo falta... —saco todo el aire de mis pulmones— un bloqueo en mi cabeza.

—Es debido al trauma.

—No, antes del accidente... antes podía recordar cada detalle, desde hace tiempo que borró recuerdos —trato de cooperar— desde que abrí los ojos en aquella camilla en el hospital sentí que tenía que ver a alguien... mamá fue lo primero que vi. Baje mi mirada a mi cuerpo y me vi desde afuera.

—Puedes explicar cada detalle desde que te despertaste.

Asiento, clavo la mirada en el gran ventanal. Había una vista de los Alpes
Suizos.

Desperté con dolor en todas partes, sobre todo en mi cabeza.

Creí que lo había logrado cuando la luz blanca arriba de mi hizo que cerrara los ojos nuevamente.

Hasta que una sombra se posó sobre mi. Volví a abrir los ojos encontrando la mirada preocupada de mamá.

Estaba inmóvil, así que baje hasta ver mi cuerpo atrapado en cables y tubos. Toque mi abdomen, dolía tanto que solté un quejo.

—No te muevas hija.

Levante la sabana que me tapaba y la mancha púrpura enorme se llevo toda mi atención. Quise rosar con mi mano derecha y esta no se movía.

La desesperación me ataco, quería arrancar la manguera que entraba por mi boca y los tubos en mi nariz.

(De pronto vi una chica teñida de rubio, con ojos entre el café y el verde, era idéntica a mi, pero más ¿macabra? Estaba a lado de la camilla. Me veía con una sonrisa espeluznante y las ojeras pronunciadas, su cara estaba más chulada de lo normal. Me asuste, quise gritar y zafarme, pero me tomo del cuello asfixiándome.

The Last Call - Charles Lecrerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora