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Los despertares más bonitos son a tu lado
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Mónaco, Montecarlo

Sentí unos brazos rodear mi cintura y me giré para darle la cara.

—¿Como es que aún quieres más? —lo veo incrédula— alguien amaneció caliente.

—Siempre voy a querer más de ti.

Se acerca a mi boca y no le niego nada.

El agua caliente cae sobre nosotros y sin hacer mucho teatro me pone de espaldas para penetrarme de una.

Soltamos jadeos y cuando terminamos nos duchamos con normalidad.

Salgo primero de la regadera viéndome en el espejo.

—No jodas Charles —me quejo.

Deja un beso en mi mejilla y sale del baño sonriente.

Paso al vestidor y optó por un vestido de mangas largas y cuello de tortuga color rosa barbie. No era muy común que utilizara colores llamativos, pero en estos momentos ese vestido era mi única buena opción.

—Bella la mia ragazza.

Niego con los ojos entrecerrados yendo al cajón para tomar mi ropa interior.

Charles se había cambiado con unos jeans negros y un suéter que llevaba en el maletín que trajo directo del gimnasio.

Se acercó para darme un tierno beso en los labios.

—Jack se despertara pronto —me separé— es mejor que no se entere de que un chico durmió en mi habitación.

—¿Llamas a eso dormir? —sonrió pícaro.

La inconfundible voz de Toto Wolff sonó desde afuera.

Abrí bastante los ojos.

—¿Crees que hayan estado aquí toda la noche? —se alarma— ¿y si nos escucharon?

—Las paredes son bastante gruesas como para que se haya escuchado algo.

Le digo mientras pienso una solución.

—Mierda —comienzo a caminar— los llevaré a la cocina y te texteo cuando sea seguro salir.

Asiente y me da un último beso antes.

Una sonrisa estupida aparece en mi rostro. No puedo evitar pensar en lo mucho que me gusta, como me trata y como me siento con él a mi alrededor.

—¡Eli! —Jack sale de la nada— iremos a desayunar a tu lugar favorito.

—Ha sido un milagro que estes despierta y arreglada a estas horas —se burla papá.

—Son las doce del medio día —dice mamá— es obvio que está despierta y bañada a estas horas.

Papá y Jack se dan una mirada de cómplices y los veo mal.

—Gracias mami —la abrazo— tú si conoces a tu hija.

—Y por eso se que tengo que mentir para tenerte contenta.

Se ríe y ruedo los ojos.

—Benedict y Rosa vienen —dice mi hermano emocionado— hace meses que no los vemos.

The Last Call - Charles Lecrerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora