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CDMX, México

Despegue los ojos bastante adormilada.

Vi a la figura masculina con cuerpo perfectamente tonificado, llevaba solo un bóxer y su trasero cabía perfectamente en él.

Se volteó cuando sintió mi pesada mirada sobre sus hermosos atributos. Mi mirada ahora apuntaba a el bulto escondido tras la tela.

—¿Admiras las buenas vistas?

Rodé los ojos pidiendo paciencia. Era un completo egocéntrico.

—Trataba de buscar algo, de todas formas no lo encontré —suspiro exageradamente.

—¿Como tienes la súper licencia? Si eres casi ciega. Digo, para no encontrarla...

Me pongo las gafas que deje a un lado y entrecierro los ojos, aprovecho para ver un poco más y luego niego.

—No, con los lentes tampoco la veo.

—Déjame enseñarte dónde está.

Extiende su mano hacia mi con esa sonrisa tan linda y sensual.

—Eres un pervertido Lecrerc.

—Pervertido de vocación y no de ocasión.

Suelto una sonora carcajada al escucharlo decir aquello. Trato de calmarme, mi risa natural se parecía a la de un pato graznando.

—Eres más bonita cuando te ríes.

—¿Un cumplido de la boca de Charlie?

Su expresión se vuelve seria.

—Solo cállate y acepta que dije algo lindo.

—No.

Su ceño se frunce.

—Estas tan acostumbrado a que todas te digan que sí ¿no?

—Pues tú no dejarás de decir que sí cuando te ponga las manos encima.

Las gotitas de agua caían de su cabello húmedo, se veía tan... me mordí el labio callando lo que pensaba quería solo pedirle que ponga "sus manos encima de mi y no me deje negarle nada" mi voz interior era una sin vergüenza. En vez suelto un "Ja" sarcástico.

Tocan a la puerta y ambos nos exaltamos.

—¡Un momento! —grita y luego susurra— metete al armario.

Bajo mirada por su cuerpo. Saco un short y una playera del armario, se lo lanzo para posteriormente entrar. Antes de cerrar la puertita él me lanza su manta.

Escucho que abre la puerta y unos pasos a un lado.

Identificó el francés al instante, y la voz de Pierre Gasly.

Benditas clases de francés, me quemaré el chisme completo.

—Vaya problema se está armando con las grandes escuderías.

The Last Call - Charles Lecrerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora