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Jodida yo y jodido tú el día que nos dejamos llevar
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Austin, Texas

Me levante con una resaca horrible, fui directo al baño a darme una ducha de agua fría.

Mis ojos no se podían mantener abiertos tenía un sueño pesado. Tuve que levantarme pronto ya que regresaríamos a Suiza en el jet de papá.

Abrí la llave y la helada agua me despertó de golpe, fue ahí cuando voltee y vi la playera.

Su playera.

De manera abrupta los recuerdos llegan.

Mierda, mierda, mierda.

Yo bailando para provocar a la bestia, yo sintiendo su cuerpo en mi espalda, yo arrastrándolo al sanitario, yo dejando con las ganas en aquel lugar.

Cerré la llave y corrí a secarme para cambiarme y empacar todo lo más rápido posible.

Sabía que la mayoría del equipo de Ferrari estaba aquí y no quería encontrarme con él.

Saquee mis objetos personales del baño y vi la marca roja en mi cuello, por debajo de la oreja, busqué entre mis cosas y no había polvo o maquillaje que pudiera tapar el desastre.

¿Cuando deje que me hiciera esto? Oh, cierto, en el momento en el que jugué con la bestia.

Cállate voz interna.

Te estoy ayudando idiota.

El remordimiento me ataco mientras veía la mancha, Jack no a sido más que bueno conmigo y le estoy agradeciendo así. Por muy mal que me sintiera no me arrepentía de nada, de hecho tenía aún más ganas de hacer lo incorrecto.

Y eso era sentirme más miserable aún.

Tome mi teléfono y llame a quien más confianza tenía, ella no haría preguntas.

—Sasha —dije cuando descolgó— necesito tu ayuda.

Sin hacer preguntas estuvo frente a mi puerta unos minutos más tarde. Le abro y me sigue hasta el largo bancó a pies de la cama.

—Enséñame donde está.

Instintivamente puse mi mano en mi cuello tapando la zona roja.

—Es muy obvio —se ríe— imagine que era eso cuando pediste maquillaje.

Bajo la mano dejándola ver el lugar. Mientras arregla todo con una brocha y polvo.

—¿Se ve mal?

—La persona que te lo hizo si que quería chuparte toda —bromea— al menos dime que le dejaste igual.

—Pues lo deje con las ganas —hago una mueca.

—Esa es mi chica.

Creo que Sasha es lo más cercano que tengo a una amiga.

—Perfekt —pone un pequeño espejo frente a mi.

—Gracias —la abrazo y está queda estática— perdón, me sobre pase.

—No, no, es solo que me extraña... ¿eres así con tus amigos?

—De hecho. Nunca tuve de esos más que los pilotos con los que crecí, en mis escuelas anteriores solían burlarse de mi por mi apellido (me decían loba y demás estupideces). Lo entendí cuando estaba en básicos, pero cuando pase a superiores la burla cambió por mi aspecto, nunca fui bonita como las demás chicas o sociable y eso parecía afectarlos más a ellos que a mi.

The Last Call - Charles Lecrerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora