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Los problemas hay que atravesarlos, no rodearlos
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Australia, Melbourne

It's light out and away we go.

Estaba en la cabina del equipo revisando cada detalle que podía desde la computadora.

La carrera empieza mal con el DNF de Lecrerc.

—Lecrerc a salido de la pista —dicen ambos ingenieros a sus pilotos.

—Bien. Uno menos.

Bono me ve extrañado.

Nos alegramos cuando George agarra la delantera. Siguiendo Lewis de cerca.

Hay bandera amarilla y llaman a Russell a pits.

—Creo que es mejor esperar.

—Tenemos que aprovechar ahora.

No apoyo su decisión, pero no me queda de otra más que aceptar.

Minutos más tarde se anuncia la bandera roja y llaman a todos al pit lane.

Paso mi lengua por mi mejilla viendo a todos. Estos suspiran viendo la pérdida de posiciones que ocasionaron.

Voy hacia el garage donde mi padre y mas personas se encuentran.

Hay una acumulación exagerada de gente con sus pilotos.

—Aprovecha para dar un vistazo a esos Red Bull —dice mi padre.

Asiento y salgo con las gafas de sol puestas, no veo mucho, solo volteo a los monoplazas en general. Ver tantas personas me pone nerviosa.

Siento calor a pesar de llevar unos bikers negros y la playera informal del equipo. El color negro siempre me acalora.

—Que mierda ¿No?

—La vida es una mierda —le digo pasándole una botella de agua.

—Escuché lo que dijiste en la radio. Debieron escucharte.

Levanto los hombros restándole importancia.

—Soy una simple niña con ideas tontas y un padre a quien impresionar.

La carrera toma su curso nuevamente y a pesar de estar molesta continuo dando mis opiniones y puntos de vista.

Hasta que el auto de Russell se comienza a calentar. Le pido al ingeniero el radio quien me pasa el mando.

Antes de advertir el monoplaza prende fuego alterándome.

Por mi auricular le comienzo a hablar.

—George —lo llamó apurada— detén el auto en cuanto puedas.

No le digo la verdad, él acata la orden y al prender más casi se me sale el corazón espantada. No verlo salir me desespera.

Los de seguridad corren apagándolo y vuelvo a respirar.

Voy hacia el garage nuevamente abrazando al piloto con el corazón en la garganta.

—Mierda Georgi —me separo— creí que te perdíamos.

—Solo fue una pequeña llama.

Le doy un golpe en el brazo.

—Eso es peligroso. Y me asuste.

The Last Call - Charles Lecrerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora