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—¿Por qué repetiríamos eso?—apoyé la mejilla sobre la mano, suspirando.

Mi cara era de confusión y asombro. La mayoría de mis compañeros repitió la frase escrita en la pizarra por la nueva profesora. Entonces, comenzó a explicarnos breves anécdotas sobre su trabajo, animándonos a aprender idiomas con el firme argumento de poder conquistar nuevas tierras.

—Ligar con extranjeros—di un golpecito en la mesa—. Me sirve.

—Que el pulpo os enseñe lo que necesitáis para aprobar—habló tras un momento de silencio—. Lo único que os puedo enseñar yo son tácticas de conversación real. Si todavía no queréis que sea vuestra profesora, dimitiré y me iré—su voz temblorosa mostraba su inquietud—. ¿Os parece bien?—juntó sus manos con un pequeño rubor, parecía nerviosa—. Y bueno...siento lo de antes...

Otro abrupto silencio se formó en el aula antes de llenarse de todas nuestras carcajadas reprimidas.

—¿Por qué estás tan nerviosa?—Karma fue el primero en hablar—. Hace un momento amenazaste con matarnos—dijo sobresaltando a Irina.

El ambiente resultaba agradable, ahora parecíamos entender a nuestra nueva profesora. Pero todo eso cambió cuando mis compañeros se pusieron de acuerdo con su nuevo apodo: profesora Bitch. Fue ahí cuando comenzó a soltarnos mil maldiciones.

—Me muero de sueño—pulsé uno de los botones de la máquina.

Esperé unos segundos, pero el sonido de mi zumito cayendo no llegaba a mis oídos.

—Mierda—di una patada a la máquina—. ¡Eres una mierda! ¡Jódete!—le saqué el dedo.

Giré sobre mis talones, en dirección a la estación del Kunugigaoka, pero choqué con alguien en el intento.
Se trataba del ser de oscuridad que me atormentaría por el resto de mis días

—¿Tan mal se ha portado contigo?—preguntó refiriéndose a la máquina.

—Se ha quedado con mi zumo—la señalé con acusación—. Y con mi dinero.

—O tal vez—se acercó a ella, pulsando otro botón—. No sabes cómo tratarla.

El sonido satisfactorio del pequeño brick inundó mis oídos. Karma metió la mano por la ranura de la máquina para tomarlo y lanzármelo, haciendo que lo agarrase torpemente en el aire.

—¡Gracias!—le miré llena de felicidad.

—Solo tenías que pulsar el botón de confirmación—se encogió de hombros, dejándome como estúpida—. Ahora debes compensarme—extendió su mano.

Parpadeé sin saber qué hacer al respecto, así que también extendí mi mano para chocar los cinco.

—¿Es en serio?

—Has tenido que explicarme cómo sacar un brick de zumo de una maquina expendedora—repetí su acción, encogiéndome de hombros.

—Dame otra moneda, anda—abrió y cerró su mano repetidas veces.

Accedí a regañadientes.

Caminábamos tranquilamente tras haber bajado del tren. Parecía ser una noche pacífica y sin ningún inconveniente. Karma tomando su batido de fresa y yo tomando mi zumito.

—Antes de que el silencio se haga más incómodo—interrumpió mi degustación—. ¿Crees que el Gobierno haya hecho bien en contratar a una asesina para dar clase a unos críos de secundaria?

—Ah, todavía sigues aquí—lo miré con burla—. Bueno, seguro que ya tendrás tu propia opinión. Pero creo que, viendo cómo es realmente, nos hará bien a ambos bandos.

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora