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—¿Crees que sea buena idea?—miré a Karma con algo de duda.

—Ya nos han visto huir—torció una sonrisa—. Yo contigo en brazos, así que no creo que vernos dándonos la mano sea para tanto.

—Tienes razón—asentí con determinación antes de entrar al edificio.

Sin embargo, cuando cruzamos la puerta de clase nos encontramos con nuestras compañeras regañando a algunos chicos.

—¿Qué pasa aquí?—preguntó Karma acercándose a Nagisa sin soltar mi mano.

—Una especie de crimen pasional—sonrió nervioso—. Vaya, felicidades.

Jugueteé con el asa de mi bolso. Nagisa había visto nuestras manos y nos dedicó una radiante sonrisa.

—No finjas que no lo sabías—Karma rodó sus ojos con diversión.

—Karma, me escaparé por hoy—Itona se acercó a nosotros—. Llévame a un buen lugar.

—Oh, podías hablar—ladeó la cabeza con diversión—. Está bien. ¿Vienes?—me miró.

—No debería saltarme clases—apreté su mano—. ¿Nos vemos mañana?

—Por supuesto que no—frunció el ceño ligeramente—. Volveré enseguida a buscarte.

—Bien—asentí, riendo ante su indignación.

—Nos vemos.

Me tomó por sorpresa, pero no rechacé el pequeño beso que Karma me dio en los labios para despedirse, saliendo con prisa del aula, dejándome con mis compañeros en silencio y atravesándome con la mirada.

—¿Vais a haceros los sorprendidos?—pregunté con la voz temblorosa, mirando hacia otro lado.

—¡Queremos detalles!

Fue demasiado intenso y, horas después, salí molesta del edificio hacia el bosque, tratando de deshacerme de mis compañeros de clase que todavía me interrogaban, hasta que conseguí despistarlos.

—Veo que te has mantenido entretenida.

Miré e Karma con el ceño fruncido. Se encontraba sonriendo de oreja a oreja.

—¿Lo has hecho intencionadamente?

—Para nada—se acercó soltando una risilla—. ¿A dónde ibas?

—No he terminado de enfadarme contigo por tu traición—di media vuelta para comenzar a adentrarme en el bosque.

Exclamé con sorpresa al sentir unos fuertes brazos envolver mi cintura. Karma apoyó su barbilla sobre mi hombro, dejando sus labios a escasos centímetros de mi piel.

—Lo siento—me presionó contra su pecho.

Mis mejillas se sonrojaron al sentir los latidos alborotados de su corazón.

—¿Puedes perdonar a tu lindo novio?

Suspiré divertida, girando sobre mis talones para quedar frente a frente. Acaricié sus mejillas, recibiendo un apretón en mi cintura que me hizo estremecer.

—Manipulador—pellizqué su cara.

—¿De verdad que no te apetece escaparte?

—No puedo permitirme ser tan irresponsable como tú—me burlé.

—Dame un beso—dijo inclinándose.

—Si... Si lo pides me da vergüenza—aparté la mirada.

Se quedó en silencio, mirándome de manera suplicante.

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora