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—¿Te encuentras bien?—inclinó su cuerpo tratando de buscar la mirada del chico.

—¡Sí, sí...!

—Te estás tocando el pelo—rió tocando la mano de Karma con la que repetía esa acción que delataba su nerviosismo.

—Lo siento—soltó un profundo suspiro—. Es que no pensé que necesitaría saber cómo sobrellevar esto.

—¿La cita?

—Y verte tan guapa—abrió los ojos sobresaltado—. ¡Siempre estás guapa! Pero... hoy demasiado.

Era extraño. Se sentía tan estúpido, pero también se sentía bien. Por otro lado, ella se encontraba en el mismo estado, tal vez incluso peor después de los halagos del chico.

—Qué dulce eres, Karma—sonrió avergonzada—. Tú también te ves muy bien.

—Y...—volvió a tocar su flequillo—. ¿Has pensado dónde quieres ir?

—Pues ahora que lo dices, había pensado en ir a comer a la primera cafetería que fuimos—esbozó una tierna sonrisa—. Pero no lo veo suficiente para una primera cita.

—Debimos haberlo organizado mejor—suspiró con otra sonrisa—. La próxima vez.

—¿Qué tal si vamos por el centro? Caminando, perdámonos un poquito.

—Contigo siempre, querida—declaró mirándole a los ojos.

Ese apodo que le había asignado ahora se escuchaba diferente, como si se fundiera en los labios del chico lleno de un profundo sentimiento.

En el largo trayecto hacia su destino incierto, Karma trató innumerables veces de tomar su mano, sin embargo, ella de repente le hablaba, haciendo que se sobresaltara y se arrepintiera, o él simplemente decidía no hacerlo por miedo a ir demasiado rápido.

—Oye, Karma.

—Dime—balbuceó tras otro intento por tener algo de contacto.

—Puedes tomar mi mano sin miedo.

Aquella sonrisa tan inocente ablandó el delicado corazón del pelirrojo. Este comportamiento no era para nada normal en él, lo que demostraba que el amor realmente puede arrastrar hasta al más inesperado.
Ahora que ella lo mencionaba, se sentía todavía más vergonzoso hacerlo, porque ella estaba esperando que lo hiciera. Aunque no pudo evitar sentirse ansioso, pues no lo estaba rechazando, no le importaba que todo el mundo supiera que estaban teniendo una cita o que paseaban como una bonita pareja feliz. Eso ánimo a Karma a deslizar sus dedos por la palma de la chica, enviándole un agradable cosquilleo por su piel hasta entrelazar sus dedos.

—¿Lo ves? No era para tanto.

Sí que lo era, si no, no estaría con esa expresión tan tímida, mirando hacia otro lado y con las mejillas rosas, lo que hizo al chico soltar una suave risa.

—Avancemos—dio un tirón suave para reanudar su camino—. Hace poco escuché que abrieron una tienda nueva de mangas y videojuegos, queda justo en el centro.

•••

Poco a poco se fueron relajando, hasta que las conversaciones salían solas con suficiente fluidez como para no tartamudear cada vez que cruzaban miradas.

Él cargaba una pequeña bolsita con lo que la chica se había comprado. Aunque insistiera en pagar, a ella le pareció imprudente dejarle hacerlo, así que no lo permitió y se ofreció a cargar con su compra.

—¿Tú no te llevas nada?

—Hace poco que vine—ladeó una sonrisa.

—¡Entonces hubiéramos hecho otra cosa!—exclamó con reproche.

—Creo haberte dicho muchas veces...—detuvo su paso para quedar frente a ella, llevando su mano entrelazada con la suya a sus labios—. Que me encanta consentirte.

—Karma...—murmuró avergonzada.

—Eres hermosa—suspiró profundamente enamorado, disfrutando el sonrojo de la femenina.

Continuaron caminando un poco más tras detenerse a comprar un batido. Esta vez Karma no le dejó pagar. Llegaron a un parque bastante agradable y lo suficientemente despejado para observar el cielo anaranjado.

Balanceaban sus manos a un ritmo lento y agradable, disfrutando de los últimos sorbos de su batido hasta quedar sobre un puente, disfrutando de la suave brisa nocturna.

—Gracias—rompió el silencio.

—¿Por qué?—sonrió, apoyando su codo en la baranda del puente, mirándola con una mejilla sobre su mano.

—Me lo he pasado muy bien, me has hecho sentir cómoda...—se atrevió a mantener el contacto visual—. Hace mucho que no me sentía así, Karma: tranquila.

—Quiero que siempre te sientas así—apartó la mirada con las mejillas sonrojadas, apoyando ahora ambos brazos—. Y no solo por mí. Quiero que vuelvas a sentirte bien contigo. Como si tenemos que crear nuestra pequeña realidad para que tengas el lugar más seguro y puedas acudir a él cuando te sientas mal—dio un paso, quedando todavía más cerca de ella—. No sé a ciencia cierta lo que te ha hecho tanto daño en un pasado, pero te aseguro que no mereces lo que has tenido que pasar todo este tiempo.

Las palabras de Karma acumulaban lágrimas en los ojos de la chica, no por la tristeza, sino por sentirse querida de esa forma tan especial.

—Ya no estás sola. Y no me tienes solo a mí—tomó sus mejillas con cuidado—. Tienes amigos que darían la vida por tí. Yo, ______, daría mi vida por tí, porque te quiero y me encantas—su aliento chocaba contra los labios de la femenina—. Así que, apresurándome un poco, necesito pedirte que seamos novios, porque esto de resistirme a besarte en cualquier momento del día me está matando.

—Entonces debería decirte que sí, porque si no moriremos los dos.

A pesar de sus palabras, Karma la miró unos instantes, haciéndola estremecer ante su destello de deseo. Fue entonces cuando sus labios se fundieron con pasión, juntando sus cuerpos desesperadamente, sincronizando sus corazones en uno sólo.

Estaban enamorados y por fin podían presentarse ante el mundo entero.

—Gracias—jadeó agitada con los labios del chico rozando los suyos—. Por todo, por aceptarme, por... Quererme como soy. Gracias, Karma.

—Si hablamos de aceptar al otro por cómo es... Tú te ganas el mundo entero, querida.

—Vamos, solo hay que acostumbrarse a tus bromas pesadas.

—Si solo fuera eso...

Besó su mejilla, tomándola por sorpresa ante el acto tan cariñoso.

—Ahora estás condenada a ser la novia de Karma Akabane. ¿Podrás soportarlo?

—Ya deberías saber que me encantan los retos.

—¿Así que fui un reto para tí?—ladeó la cabeza—. Oh, todo este tiempo tenía razón, siempre estuviste loquita por mí. Amabas que te coqueteara, ¿verdad?

—Digamos que me acostumbré tanto que terminé teniéndole gusto—pasó sus brazos por los hombros del chico.

—Qué atrevida—sintió cómo ella comenzaba a acariciar el cabello cerca de su cuello.

—Y... Estoy segura de que tú fuiste el primero en caer.

—No te lo discuto.

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora