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Esperaba el tren con impaciencia, moviendo mis piernas de una lado a otro, recordando lo sucedido hace unos minutos.
Toqué la muñeca que Karma sostuvo con fuerza. Un agarre firme pero agradable, casi parecía que no estábamos hablando de un chico problemático.

—¿Todavía sigues aquí?—escuché un ruido seco a mi lado. Alguien se había sentado ahí.

Aparté la vista del suelo para encontrarme con Karma apoyado en el banco con una postura de despreocupación total.

—Parece que el tren se va a retrasar—comentó Nagisa, tomando asiento a mi otro lado—. ¿Cómo te ha ido el examen? Parecías estresada.

—Seguramente mal—me encogí de hombros.

—No pareces preocupada—Karma giró su cabeza hacia mí—. ¿No te interesa tu futuro?

—Si ese pulpo termina destruyendo la Tierra—me crucé de brazos—ya no habrá futuro que valga la pena.

—Ya veo—rió—. El estudio se te da de pena. Es curioso, cuando me acusaron de esos rumores falsos sobre nosotros dos decidí investigarte—habló cual detective—. Eras de las mejores en tu clase. ¿Qué pasó? ¿Esos idiotas te vencieron?

—Karma...—dijo Nagisa en tono preocupado—. No deberías decir esas cosas, ella...

—Tranquilo—sonreí—. Tiene razón. Me dejé vencer por unos cabrones patéticos—bufé—. A lo mejor yo soy la patética. Pero, la verdad, creo que si en esta vida no tienes una apoyo para mantenerte en pie nada vale la pena. No sé si me explico, es como tener un motivo para seguir adelante—hablaba de más.

—Qué forma de pensar más negligente—llevó sus manos a su cabeza, dejando sus brazos en el aire en una posición todavía más despreocupada—. ¿Por qué la gente creería que estamos saliendo?

—Eso me pregunto yo—apoyé la mejilla sobre mi mano—. ¿De verdad creen que podría fijarme en alguien tan insoportable como tú? Menudo insulto.

—Eh, soy guapo y encantador—bufó con orgullo—. Eso no me lo quita nadie.

—Eso no importa—me levanté, escuchando el tren a punto de llegar—. Tu actitud tan infantil opaca esas cualidades.

—Bueno—miró a Nagisa—no lo ha negado.

—¿Por qué no la acompañamos a casa?

—De todas formas vamos en el mismo tren, ¿no?—pasó un brazo por mis hombros.

—Deja de tocarme—gruñí.

—Oh—apretó mi cuerpo, más, contra él—. De paso haré unas compras.

—¡Que no me toques!

—Necesito un buen material para mi próxima tontería.

—¿Me estás escuchando, maldito psicópata?—trataba de apartarlo de mí, forcejeando.

—Oh, vamos—rió cerca de mi oído—. Así no es como deberías tratar a tu novio, querida.

—Sé que tratas de molestarme para convertirme en tu marioneta—me vi obligada a moderar mi tono de voz al ser arrastrada al interior del tren—. Pero no te permito que me toques.

—Bien, me disculpo—me soltó bruscamente, haciendo que me tambaleara por la repentina libertad—. Hemos empezado con mal pie, así que me presento. Karma Akabane—extendió su mano—. Es un placer conocer a mi compañera de clase, la que se sienta a mi lado en el aula y con la que todo el instituto me empareja desde hace dos años sin argumentos válidos.

Le miré sin una pizca de ganas en la cara de ser su amiga, pero, en un intento por mantener una tregua, acepté el apretón.

—No estoy encantada, pero espero que te mantengas a distancia—le miré con advertencia, casi amenazante.

—No te lo pondré nada fácil, querida—guiñó uno de sus ojos con diversión.

Suspiré, sabiendo que hablaba en serio, a su manera. Estaba metida en un buen lío y no podría salir de él tan fácilmente. Ya podía sentir mi destino en manos de ese maldito psicópata pelirrojo.

—Espero que no te importe—hizo una pequeña reverencia—. Debo regresar a casa lo antes posible, no he pedido permiso.

—¿Y por qué me miras a mí?—entré en pánico al ver los ojos de Karma sobre mí—. Sí, yo puedo ir. Pero no quiero.

La mirada del pelirrojo se clavó en la mía con intensidad. Parecía un cachorro, intentando dar pena para que su dueño cediera a cualquiera de sus peticiones.

—Deja de mirarme con esa cara de idiota—escupí mis palabras con veneno.

—Vale—tomó nota mental—. Tratar de ser un chico bueno no funciona conmigo.

—¿Qué se supone que intentas conmigo? Hasta mañana, Nagisa—me despedí al verle alejándose lentamente de nosotros—. Yo también me largo.

—Había que intentar algo—dio media vuelta—. Solo espero que ninguno de esos carbones patéticos te haya seguido como la otra vez.

Recordé la primera vez que nuestros caminos se cruzaron, apareciendo en el momento justo. Esos desgraciados me habían seguido hasta casa para darme una paliza cuando Karma me salvó.

—Manipulador de mierda—murmuré, caminando a su lado.

—Míralo por el lado bueno. Ahora sí podremos tener una cita como pareja.

—¡Deja el tema de una vez!

Su sonrisa de satisfacción me lo explicó todo. Acababa de encontrar aquello con lo que atormentarme el resto de mis días, y yo había sido un factor importante para ayudarlo en sus fechorías. Suspiré en señal de rendición.

—Me han estado fastidiando con eso estos últimos años y ahora viene el causante a reírse de mí, en mi cara—reí con ironía.

—No te creas que yo lo he pasado bien—su expresión de burla pasó a un semblante serio—. "¿Cómo ese chico tan violento puede ser novio de una chica tan delicada como ella?"—imitó a una de mis compañeras.

No pude evitar dejar escapar una carcajada, recibiendo una mirada sorprendida de Karma. Aclaré mi garganta, recuperando la compostura de hace unos momentos y volviendo mi rostro a esa expresión seria.

—Perdón—fingí tos en un intento por esconder mis ganas de reír—. ¿"Delicada"?

—Esa fue mi tortura: ser insultado, comparándome con una chica que pensaba que sería una niña fresa, y resulta que tiene una mente retorcida—me miró de reojo—. Aunque tampoco creo haberlo pasado peor que tú.

—¿Por qué dices eso?—le devolví la mirada.

—Has decidido acompañarme porque sabías que esos estudiantes podrían aparecer—habló más sereno—. ¿Te han seguido acosando durante estos dos años?

Frené en seco.

—No es de tu incumbencia—dije con la cabeza mirando al suelo.

—Tienes razón, no lo es—se detuvo unos segundos antes de volver a caminar—. Supongo que nos vemos mañana—se despidió agitando su mano en el aire.

—Buenas noches—giré sobre mis talones para ir en dirección contraria.

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora