09

305 40 1
                                    

Abrí mis ojos de golpe, levantándome con violencia y dándole un puñetazo a la mesa.

Volví a sentarme con normalidad, cerciorándome de que nadie a mi alrededor se hubiera fijado en mi numerito gracias al bullicio en el aula.

Me había vuelto a quedar dormida.

—Lo siento—suspiré con cansancio—. ¿Qué ha pasado?

—No te preocupes—sonrió con ternura—. Me preguntaba si querías unirte a mi grupo. Estamos Sugino, Kayano, Okuda, Karma...

—No estoy segura—rasqué mi cabeza—. A lo mejor—otra persona me interrumpió.

—¡Qué pena, Nagisa!—Maehara puso su mano sobre mi hombro—. Vosotros ya tenéis a Kanzaki, dejarnos con algo al resto.

Solo hizo falta mi mirada para fulminarlo y que retirase su mano de inmediato antes de levantarme de mi sitio.

—Me apunto con vosotros—me puse al lado de Nagisa.

—Bien—asintió.

—Menudos críos—habló Irina—. Este viaje no es nada para alguien que ha viajado por todo el mundo como yo

—Entonces quédate aquí cuidando la clase, Bitch-sensei.

El comentario de Maehara fue seguido del resto de mis compañeros, como si no les importara en lo más mínimo la ausencia de nuestra profesora en el viaje.

—Hay una para cada uno—irrumpió Koro-sensei en clase con montones de libros de gran tamaño.

—¿Qué son?—preguntó el delegado de clase.

—Guías para el viaje escolar—dijo antes de repartirlas a velocidad Mach.

Caí al suelo al tratar de mantenerme en equilibrio con la enciclopedia en mis manos. Me sentía tan agotada que clavé mis rodillas en la madera del aula.

—Mierda.

—Parece que alguien no ha dormido sus ocho horas diarias.

Vi el libro en el aire, después apoyado sobre mi mesa. Me levanté sin mirar a Karma a los ojos.

—Gracias.

—¿Vas a seguir así de evasiva conmigo?—se inclinó hacia mí, buscando mis ojos.

—No, lo siento—suspiré—. Es que... No sé qué me pasa.

Después del casi incidente en la entrada de la estación con mis acosadores, Karma y yo caminamos en silencio, ni siquiera nos despedimos, solo me fui sin mirarle a los ojos en ningún momento desde que me vio llorar, casi suplicando que no cometiera una estupidez.

—Vamos—señaló con su cabeza—. Preparemos la ruta con el resto del grupo.

Asentí y caminé a su lado, no sin antes tomar mi silla para unirme a mi grupo situado al rededor de una mesa.

Habían dos sitios separados, ambos a cada lado de Okuda. Fui a sentarme entre Kayano y ella para que Karma quedara al lado de la misma y Nagisa.

—¡Oye!—bramé al sentir un tirón en el brazo.

—Permiso—canturreó Karma haciendo que Okuda moviera su silla hacia Kayano para hacer más espacio.

Colocó su silla al lado de Nagisa, tomó la mía y la puso al lado de la suya, quedando mi sitio entre Karma y Okuda.

—Listo—se dejó caer en su silla—. ¿Por dónde empezamos?—deslizó su brazo por el respaldo de mi silla, casi rozando mi espalda.

Comenzamos a planear nuestra ruta para el viaje escolar y, en un momento dado, posé la mirada sobre Sugino, quien reía agradable con Kanzaki.

—Eres muy divertido, Sugino—escuché susurrar.

Contemplé el fuerte sonrojo de mi compañero y sonreí ante la escena romántica, llamando la atención de Karma.

—Tan radiante como siempre cuando sonríes, querida—metió las manos en sus bolsillos con una sonrisa divertida.

—No vas a dejarlo nunca, ¿verdad?—lo miré con irritación.

Soltó una risita que hizo que sintiera más desprecio hacia esa broma con la que me torturaría a lo largo del curso.

—¿Vuelves a estar enfadada?—me lanzó el zumo para que lo atrapara en el aire.

—Solo pienso.

—Qué novedad—rió, caminando a mi lado—. Cuéntame más sobre la primicia.

—Teñido de mierda—refunfuñé, tomando un sorbo de mi zumo—. Estaba pensando... Lo bonito que sería tener una pareja.

Sin saber mi muestra de sentimentalismo hacia el pelirrojo, terminé por arrepentirme cuando escuché su carcajada.

—¿Entonces no superas al niño rico?—me miró con una sonrisa de satisfacción.

—¡No lo decía por eso!—grité—. Lo decía por Sugino.

—¿Él también te gusta?—me miró con sorpresa.

Sorbí todo mi zumo con rabia para tirarle el brick a la cabeza.

—Te voy a matar un día de estos—bufé—. Sé que tú también lo sabes, no me molestes.

—Hm—aguantó una risita—. Así que la parejita te ha puesto sentimental.

Sin decir nada, tomé el brick del suelo para tirarlo a la papelera más cercana que, por suerte, se encontraba en la estación del Kunugigaoka.

—Tal vez—me encogí de hombros.

—No te frustres—chocó su brazo con el mío—. Después de graduarte tendrás algo de tiempo para distraerse con esas cosas.

—Supongo—me encogí de hombros—. Por cierto...—lo miré con sospecha— ¿Has estado evitando a Okuda?

—¿Y ahora de qué me acusas?—entrecerró sus ojos.

—Has actuado de forma extraña con lo de las sillas. Cuando nos unimos al grupo para organizar la ruta del viaje—expliqué.

—¿Qué pasa, querida?—se acercó pasando su brazo por mis hombros, haciéndome sentir su aliento en el cuello—. ¿Sigues sintiendo la misma tensión que la primera vez?

Se separó para mirarme a los ojos, pero sin mover su brazo de mí. Yo, con los pelos de punta, analizaba sus intenciones, las cuales llegaron un poco tarde por culpa de su inesperado cambio de comportamiento.

—Pensé que te parecía romántico—ladeó su cabeza con ojos inocentes—. siento si te ha molestado.

—Te voy a...

Una acción inmediata, como si se tratase de un reflejo. Golpeé la mano de Karma con algo de fuerza, haciendo que apartara su brazo casi de inmediato.

Mi respiración y pulso se fueron a la mierda. Mis ojos se abrieron con sorpresa al verlo caminar hacia mí.

—No fastidies—escuché murmurar a Karma irritado.

Estaba dispuesta a hablar, soltar cualquier palabra por más estúpida que fuera para llamar su atención. Solo quería volver a ese tiempo en el que dejamos de ser dos rivales de clase para volvernos compañeros, casi amigos con una estrecha relación.

Separé mis labios para saludar, pensando antes mil formas de hacerlo hasta encontrar la apropiada.

Entonces sucedió.

—¿Cómo...?

Escuchaba la manera en que mi propia voz se rompía.

Sus pasos se alejaban de mí.

Ni siquiera me había dirigido la mirada.

Era como si yo no existiera para él.

—Oye—Karma decidió romper el silencio.

Me sobresalté al sentir su mano sobre mi hombro, girándome bruscamente hacia él y recibiendo una expresión de sorpresa.

—¡Lo estoy superando!—grité con lágrimas en los ojos—. Lo estoy... Lo estoy haciendo...

Y, ahora que volvía a comprender la verdadera persona que era de quien me había fijado, debía deshacerme de estos sentimientos.

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora