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Esbozó una pequeña y débil sonrisa mientras acariciaba la cabeza de la chica por un par de segundos. Después tomó distancia haciendo que ella le mirase aún con lágrimas en los ojos.

—Lo siento—se encogió de hombros—. Demasiado repentino, ¿verdad?—soltó una risita inquieta

Soltó un largo suspiro, masajeando sus sienes, tratando de aclarar sus ideas. Todavía no podía asimilar nada de lo ocurrido.

—Oye, tranquila—habló con la voz temblorosa, notándose la fuerza de voluntad por querer mantener la compostura—. Bueno, después de lo que acaba de pasar no creo que necesites más cosas encima, así que...

Quiso hacer contacto visual, pero fue imposible. En cuanto sus ojos se cruzaron con los de ella su corazón comenzó a bombear como loco, los colores se le subieron a la cabeza y entonces fue consciente del error que acababa de cometer.

—No... —habló con los ojos fijos al suelo —. Solo olvida lo que acaba de pasar, por favor.

—Karma... Yo—sus palabras fueron interrumpidas.

—¡Chicos!—Nagisa tomó aire—. Estábamos preocupados, Koro-sensei insistía en que estaríais bien, pero no dabais señales de vida.

—Todo bien, Nagisa—pasó al lado de la chica sin dirigirle la mirada—. Una pequeña charla entre buenos amigos nunca viene mal—dio un apretón al hombro de la contraria antes de marcharse.

—¿Seguro que está todo en orden?—preguntó al ver a su amiga inmóvil, observando por dónde se había marchado el pelirrojo.

—Sí—asintió cuidadosamente.

—Por cierto. Luces increíble—ladeó la cabeza con una cálida sonrisa dibujada en sus labios—. ¿Te acompaño a casa?

—Te lo agradecería—devolvió el gesto.

El de cabellos celestes se puso en marcha y, antes de alcanzar su paso, la femenina se quedó quieta unos instantes, tocando sus labios con delicadeza. Sus mejillas se sonrojaron de inmediato al recordar aquel beso de hace unos minutos atrás.

—¿Te sientes mal?—preguntó el chico con preocupación.

—No—negó rápidamente—. No es nada—agachó la cabeza, apenada.

Los próximos días de vacaciones no trajeron nada nuevo, ella tampoco hacía planes o accedía a integrarse a alguno, pues sabía perfectamente que el pelirrojo también estaría invitado y no quería crear ningún momento incómodo para sus compañeros, ni para ella.

Se pasaba los días pensando en lo sucedido y las palabras de Karma. No podía sacárselo de la cabeza y eso le estaba comenzando a devastar. No sería capaz de mirarle a la cara de nuevo.

Pero finalmente tuvo que acceder a ir al instituto. Kayano había ideado un plan de asesinato y debía ayudar en la ejecución de este, así que, con toda la fuerza de voluntad, se encontraba frente a la entrada de su aula.

Se decidió a entrar, dio un paso y entonces sucedió algo que le dejó perpleja y abatida.

Alguien entró al aula pasando justo por su lado, ignorando su presencia por completo y avanzando hasta llegar a su asiento. Ni siquiera le dirigió la mirada.

Ya no sabía si entrar, quedarse donde estaba o huir.

—Qué bien que hayáis venido.

Kaede apareció como un salvavidas para ayudar a la femenina, que se veía en una situación complicada. La tomó de la mano y la llevó dentro del aula.

—Os agradezco el esfuerzo de venir en vez de estar disfrutando de vuestras vacaciones—esbozó una cálida sonrisa.

Se hizo un silencio incómodo por unos momentos hasta que la chica decidió responder.

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora