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—Oye.

—Dime, querida—dijo con una sonrisa divertida.

—Ya te he dicho que no hace falta que me acompañes.

—No quiero arriesgarme a que te pase algo a estas horas de la noche—se encogió de hombros, despreocupado—. No podría vivir con la culpa.

—Qué dramático.

—Lo digo en serio—se detuvo para mirarme.

—Vale—levanté mis brazos en señal de rendición—. Entonces vamos.

—Hm—volvió a sonreír, esta vez con malicia—. ¿Me dejarás entrar a tu casa?

—Ni lo sueñes, teñido de mierda—bufé—. No me arriesgaré a crear falsos escenarios en la cabeza de mi madre, y mucho menos en la de mi hermano.

—Es una pena—rió—. Realmente esperaba que me dieran su bendición.

—¡Déjalo ya!

Caminamos entre risas. Karma no dejaba de hacerme bromas pesadas y decir tonterías, pero en el fondo ya me estaba acostumbrado a su compañía, así que lo veía de forma divertida.

—Bien—saqué las llaves—. Ya hemos llega...

Di un respingo al escuchar el cerrojo de la puerta abrirse, abriéndose esta con violencia para dejar a la vista un ser sombrío frente a nosotros.

—Me puedes explicar...—su voz era profunda y terrorífica—. ¿¡Qué son estas horas de llegar a casa!?

Suspiré al ver cómo mi hermano se inclinaba hacia mí con lágrimas en los ojos.

—Llevo horas llamándote—mostró la pantalla de su móvil, apagada—. Ni siquiera un maldito mensaje, mocosa de mierda.

—¿Perdona?—me incliné a él, juntando mi frente con la suya para desafiarlo—. Tú también llegas tarde, idiota. Ya le mandé un mensaje a mamá, así que no es mi problema si no te cuenta nada por adoptado.

—Soy mayor que tú—empujó mi cabeza para apartarme de él—. ¡Así que te ordeno que entres a casa y te vayas a...!

—Chicos.

Ambos nos sobresaltamos, aterrados por la voz melodiosa tras nosotros proveniente del interior de la casa.

—Creo que tenemos un invitado—juntó sus manos, esbozando una cálida sonrisa—. ¿No creéis que vuestro comportamiento es inapropiado?

—¡Lo sentimos!—nos apresuramos a inclinarnos en una reverencia hacia Karma.

—Buenas noches, señora—saludó con un tono educado—. Siento la hora. Su hija ha llegado tarde por mi culpa, yo la arrastré a una pequeña salida.

—Tranquilo—pasó por nuestro lado para dirigirse a Karma, haciendo que mi hermano y yo nos tensáramos—. Me gusta que salga con sus amigos. Tú debes de ser Karma.

—Un placer—sonrió.

—Eres encantador—devolvió la acción—. Eres bienvenido a pasar. Será un gusto recibir a un gran amigo de mi hija.

Miré a Karma de mala gana. Me estaba sonriendo victorioso, como si hubiera conseguido lo que estaba buscando.

—Cariño.

—¡Sí!—erguí mi espalda.

—Ve a darte un baño. Tu hermano y yo nos encargaremos de atender a tu amigo.

—¿Y yo por qué?

—Te pasa por bocazas—le saqué el dedo disimuladamente.

Entré a casa, no sin antes dar una mirada rápida a Karma, quien parecía de lo más encantado por visitar mi humilde morada.

—Toma asiento, por favor.

—Con permiso—pronunció el pelirrojo con educación antes de sentarse sobre el cómodo sofá.

—Hijo, ve a preparar un té—miró al estudiante.

—Gracias. No quiero suponer mucha molestia. Solo venía a dejarla en casa por la hora.

—Y te lo agradezco, Akabane—tomó asiento frente al chico—. Me ha hablado mucho de tí.

—¿En serio?—preguntó con una pequeña sonrisa.

—Sí—asintió—. Parece que se está esforzando gracias a tí.

—¿Hm?—ladeó la cabeza con curiosidad.

—Ha pasado por mucho desde la muerte de su padre—suspiró con una sonrisa, señalando con su cabeza un pequeño altar en la sala—. Pero parece ser que te tiene mucho aprecio. Por eso se está esforzando. Ahora tiene a alguien que le alegra los días y con quien compartir buenos momentos.

—Cierto—posó la taza sobre la mesa para el chico—. Esa mocosa está más feliz de lo normal.

—No te refieras así a tu hermana—advirtió en un tono pacífico.

—Lo siento—se disculpó—. Pero es verdad, Karma. Hasta esos chicos molestos la han dejado en paz gracias a tí.

—¿Lo sabíais?

—Desgraciadamente—suspiró la mujer con pesadez—. Insistimos en sacarla del Instituto, pero parecía no querer salir de ahí por alguna razón.

—Yo también fui a hablar con el director—se dejó caer al lado de su madre—. De tan solo recordarlo... ¡Me da escalofríos! Sin embargo...—su mirada se volvió sombría—. Creo que, de algún modo u otro, es su forma de castigarse a ella misma.

Recibió una palmada en la pierna de su madre. Sabiendo lo que significaba, tomó su mano, compartiendo su preocupación.

—Sonará egoísta de nuestra parte, pero te pedimos de corazón que cuides a esa niña.

—Claro—agachó la cabeza—. ¿Por eso se dejaba decir todas esas cosas?

—Se culpa de la muerte de papá.

—¿Cómo?—levantó la cabeza hacia el mayor.

—Se culpa de la muerte de nuestro padre, por algún motivo que desconocemos. Por eso dejó de estudiar—apretó la mano de su madre, sintiéndose impotente—. Por eso dejaba que esos desgraciados le dieran palizas todos los días.

—Ya es suficiente—posó su otra mano sobre los nudillos del chico—. Siento que tengas que escuchar todo esto, Akabane. Solo queremos que entiendas nuestra preocupación por ella, y lo mucho que te agradecemos que estés a su lado.

—Lo entiendo—asintió—. Pero soy yo quien debería dar las gracias por el voto de confianza—sonrió con sinceridad—. Y si me lo permite me gustaría presentar mis respetos.

—Por supuesto.

No entendía nada. Todo este tiempo había tratado de mantener mi vida privada alejada de cualquiera de mis compañeros de clase. Y ahora van mi madre y mi hermano a soltar la lengua precisamente con Karma.

No veía justo que cargara con ninguno de mis problemas personales ya que seguramente cambiaría su actitud conmigo. Y yo no quería nada de eso. No quería que me tuviera lástima.

—Maldita sea—sequé mis lágrimas con ayuda de mi camisa.

—Siempre escondiéndote—apareció tras la pared—cuando no quieres hacer frente a algo.

—Déjame en paz—refunfuñé.

—Tranquila, solo paso por aquí para irme a la cama—pasó de largo en dirección a las escaleras, pero se detuvo—. ¿Sabes? Karma Akabane...

Miró hacia su dirección haciendo que yo le siguiera con la mirada. Él estaba rezando en el altar de mi padre con un semblante serio y tranquilo.

—Es un buen chico—sonrió con malicia—. Yo lo apruebo de momento, pero no te hagas ilusiones. Lo estaré observando.

—Serás...

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora