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—Koro-sensei...

—Has hecho un gran trabajo—afirmó ampliando su sonrisa y acariciando mi cabeza con uno de sus tentáculos.

—Yo...—sollocé—. Lo siento.

—¿Por qué? Has sacado notas excelentes.

—Lo siento...

No pudo evitar que las lágrimas se desbordaran de sus ojos. Tras la pequeña charla con su profesor sobre sus calificaciones en los exámenes finales, sentía un repentino alivio que la hizo descargar su ansiedad en llanto. Sin embargo, la forma de vida artificial notaba algo extraño en su alumna, pues sus disculpas sonaban de una forma más profunda, como si esas palabras no fueran para él.

—¿Cómo te encuentras?

—Bien—secó sus lágrimas—. Mejor, ahora.

—No me refiero a eso—tomó asiento frente a ella, quedando a su altura—. Hay algo que siempre te inquieta.

Su silencio otorgaba. Parecía sorprendida ante la percepción aguda de su profesor, pero recuperó la compostura para ponerse a la defensiva.

—No creo que deba preocuparse por nada más que mis notas—movía los papeles de sus exámenes con nerviosismo—. Y ahora si me disculpa, debo irme a casa.

—¿Asistirás a la reunión?

—No estoy segura—rascó su cabeza—. Hay ciertas personas con las que no sería agradable cruzar caminos.

—Bueno—asintió—. Ten un buen día.

Me despedí del pulpo, cerrando la puerta de la sala de profesores detrás de mí. Entré al aula, caminando hasta mi sitio para tomar mis cosas y salir del edificio en dirección al campus principal.

Mi pulso se aceleró. Esos malnacidos que no se metían conmigo estos últimos meses volvían a esperarme en la salida.

—Pero mira lo que tenemos aquí—habló uno de ellos caminando hacia mí.

—¿Dónde has dejado a Akabane?

Traté de pasar de largo acelerando el paso, pero un tercero me detuvo poniendo su mano en mi hombro. Sin embargo, el tacto no duró mucho tiempo cuando alguien apartó con violencia la mano de ese chico.

—No la toques.

—¡Akabane!

Me giré de inmediato para ver a Karma sosteniendo la mano del contrario con fuerza, haciendo que gritara de dolor y buscara apoyo en sus compañeros.

—¡Duele!—gritó llorando.

—¡Karma!—corrí hacia él para tirar de su brazo e intentar separarlo—. Karma, por favor...—susurré en un tono audible para él—. Puedo defenderme sola, no hace falta que hagas esto... por mi culpa.

Por primera vez en toda la tarde me miró. Desde que Koro-sensei anunció los resultado de los exámenes y nos entregó las notas no quiso cruzar palabra conmigo, y yo tampoco quise presionarlo para que me contara sus preocupaciones. Pero ahora está reaccionando de muy mala manera, incluso daba miedo.

Sus ojos me observaron con arrepentimiento, soltando al chico en cuanto vio mi rostro de preocupación.

—Yo...

—¡Está loco!

—¡Eres un monstruo!—dijo uno de los chicos ayudando a su amigo a ponerse en pie.

—¡Haremos que te expulsen para siempre!

—¡Callaros de una vez, capullos!

Exploté. No podía seguir abarcando esta maldita situación y grité como nunca antes lo había hecho, asustando a ese grupo de imbéciles.

—No quiero volver a escucharos abrir la boca—caminé a paso pesado hacia ellos—. Joder, ya habéis colmado mi paciencia.

Tomé impulso, concentrando mi furia y desesperación en el puñetazo que terminó impactando el la cara de chico al que Karma casi le parte los dedos. Cayó al suelo con la nariz ensangrentada.

—Es una maldita psicópata...

Antes de que siguieran con sus insultos lancé mi bolso a otro de los chicos en el estómago, haciendo que vomitara por el fuerte impacto mientras corría hacia el último, levantando mi pierna para impactar una patada contra sus atributos masculinos.

—Vosotros sois los que vais dando palizas a los demás, panda de cobardes—tomé mi bolso, por suerte limpio.

Tomé la mano de Karma para arrastrarlo y alejarnos de ahí en dirección a la parada de tren hasta que sentí que tiraba de mí.

—Oye...

—Karma—me giré hacia él, mirándole a los ojos—. ¿Estás bien?

Fue como si su corazón estuviera a punto de salirse de su pecho. El rostro preocupado de la chica lo fue todo para él en ese momento, porque no le miraba con molestia por haberla estado ignorando una tarde entera y mucho menos con miedo por lo que acababa de suceder. Ella estaba preocupada por él y quería saber qué era eso que le atormentaba.

—Karma...—se acercó más—. Si no quieres contármelo está bien, pero me gustaría que confiaras en mí poco a poco—esbozó una pequeña sonrisa—. Somos amigos, ¿no?

Así era, algo que se repetía él constantemente pero que en esos momentos le hacía la cabeza un desastre y le puso los pies en la tierra.

Se limitó a agachar la cabeza frente a ella, acción que le hacía sentir vulnerable e inferior. Y odiaba esa sensación, pero después de la lección de su profesor y la presencia de la chica, se dejó vencer.

—Tranquilo—sus brazos rodearon al pelirrojo, brindándole a este otra oleada de sensaciones peligrosas—. Tus notas no son lo único que tienes, ¿verdad? ¡Ya tendrás tiempo para callarles la boca a todos esos imbéciles en el trimestre que viene! Y lo harás.

Un suspiro de alivio no pudo evitar escaparse de sus labios, apoyando su barbilla en el hombro de la chica y sintiendo el peso de su cuerpo cayendo sobre ella en una sensación de tranquilidad.

—Lo siento—dijo en un pesado suspiro contra la piel de la femenina.

—Eso es nuevo—rió.

—Te la devolveré por este momento que me estás haciendo pasar.

—¡¿Por qué?!—me aparté alarmada—. Si no te gusta que tengamos un momento emotivo de amigos pues vale, pero ni se te ocurra castigarme por eso—dije indignada.

—Venga, no te enfades—carcajeó pasando un brazo por mis hombros—. Vamos a casa.

—Por cierto—hablé caminando con él—. ¿Irás a la reunión?

—Claro—respondió con rapidez—. Si no asisto pensarán que estoy huyendo—afirmó con seriedad—. Y no es así.

—Tienes razón—envolví su mano en un apretón—. Karma Akabane atormenta a aquellos que se lo merecen.

—Mi nombre me precede—dijo con diversión.

—Me alegra que hayas vuelto.

—¿Hm?—ladeó la cabeza con curiosidad.

—Me gusta ver a ese Karma fastidioso que se toma todo con diversión y es él mismo—dije sonriendo.

—¿Ah?—rió—. Pues a mí me gusta ver a esa chica sonriente y coqueta.

—¿Como que coqueta?—me alteré—. ¡Qué te quede claro que no estoy insinuando absolutamente nada!

—Sí, como tú digas.

—Maldito teñido de mierda, ¡no lo digas como si no estuviera diciendo la verdad!

NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora