—Mira que te metes en cualquier problema.
—Cállate—bufé.
—Deberías pensar en tí antes de hacer algo como eso—dijo colocando la bolsa de hielo sobre mi mejilla.
—Si no hubiera intervenido Kanzaki habría recibido el golpe.
—Eso es a lo que me refiero—frunció el ceño.
—Ya—aparté la mirada—. Lo siento, pero no me arrepiento de haberlo hecho. Lo volvería a hacer.
—Lo sé—rió.
Suspiré tomando la bolsa de hielo, quitándosela a Karma para evitar el contacto con su mano. En un principio parecía confuso, pero terminó encogiéndose de hombros y acomodándose a mi lado.
—Deberías haber visto a Nagisa—sonreí—. Dejó a ese imbécil por los suelos.
—¿Nagisa?—ladeó la cabeza.
—Tiene un extraño potencia como asesino—me revolví en el sitio—. Sentí escalofríos con tan solo verlo—admití con una risa nerviosa.
—Sí. Es extraño.
—¿Te preocupa algo?—le miré.
—En absoluto—se levantó de golpe—. ¿Cómo vas con eso?
—Ah—levanté la bolsa—. Creo que se me ha dormido un poco—sonreí—. Se pasará.
—Bien—suspiró aliviado.
—Cierto—miré hacia él—. No te felicité por ganar el partido de béisbol el otro día.
—Tampoco hace falta—se giró hacia mí, devolviéndome la mirada—. Disfruté mucho al ver las caras de todos esos que se creen superiores a nosotros.
—Típico de tí—solté una risita—. Creo que será mejor ir marchando antes de que se haga más tarde—propuse, ganando un asentimiento de Karma.
Me levanté con cuidado, caminado a su lado y tirando la bolsa al pasar por una papelera en dirección a la estación.
—Menudo día—suspiré agotada.
—Te lo he dicho. Solo pasas de un problema a otro—ladeó una sonrisa—. Eres una chica rebelde y problemática.
—A lo mejor por eso me llevo tan bien contigo—contraataqué.
—O a lo mejor...—pasó un brazo por mis hombros—esa es la razón por la que somos la pareja perfecta.
—Y dale con el tema de las narices. Más te vale ir olvidándote de eso y buscarte una novia de verdad.
—No—negó rotundamente, como un niño pequeño—. Ya me he acostumbrado a tí.
—No se trata que te acostumbres—le di un pequeño codazo de advertencia—. Tienes que sentir algo de verdad.
Hubo un momento de silencio, pero Karma finalmente se apartó y continuó caminando como si nada.
—También estaría bien pensar en otras opciones—carraspeé.
—¿Qué insinúas?—preguntó con un semblante serio—. No me interesan ese tipo de cosas.
—Solo decía—levanté mis manos en señal de rendición—. Como amiga debo aconsejarte.
—Anda, hola.
Ambos miramos hacia el frente, encontrándonos a Maehara e Isogai con una amplia sonrisa en nuestra dirección.
Fue ahí cuando comenzó el que sería el momento más incómodo de toda mi vida. Todo por ir a esa maldita cafetería, cosa que propuso el delegado.
Karma y Maehara se miraban fijamente, el primero con la barbilla en alto y el segundo con una mirada fulminante, como si estuvieran compitiendo por algo que Isogai y yo desconocíamos.
—¿No deberíamos sentarnos?—pregunté al castaño.
—Sí—llamó la atención de los chicos—. Pasa tú primero, por favor—tendió su brazo, invitándome a tomar asiento antes que él, a su lado.
—Oye, Isogai—habló Maehara antes de que el nombrado se sentara—. Déjame ir a su lado. Normalmente pide postres deliciosos y siempre termina pidiéndome probar de los míos.
—Oh—exclamó Karma—. En ese caso le daré de lo que yo pida—dijo con una sonrisa sádica en sus labios.
—¿Se puede saber qué demonios te pasa?—pregunté a Karma, alarmada por su comportamiento.
—Nada—dijo sin mirarme.
Suspirando ante su comportamiento tan infantil, llamé la atención del camarero, quien tomó nota de nuestros pedidos y se marchó hacia él mostrador.
—¿Cómo te encuentras?—miré a Maehara sentado frente a mí—. Ese golpe fue muy...—fruncí el ceño con desagrado.
—Tranquila—esbozó una sonrisa tranquilizadora—. Todo bien, ya se me ha pasado el dolor—me miró con preocupación—. Pero parece que tú no has tenido la misma suerte.
—Ah—toqué mi mejilla—. Para nada. No me duele mucho, aunque quedará marca durante un par de días.
—Menos mal que el profesor Karasuma llegó a tiempo para evitar daños mayores—se unió Isogai.
—Sí—habló Karma—. Hubiera sido una lástima que volviera a golpearte—dijo sarcástico hacia Maehara.
Golpeé la mesa con fuerza, haciendo que mis dos compañeros dieran un respingo y recibiendo una mala mirada por parte de Karma. Lo miré con advertencia para que se relajara un poco.
—Aquí tienen—puso nuestros pedidos en la mesa—. Buen provecho.
—Gracias—sonreí.
Tomando mis cubiertos, clavé el tenedor con fuerza en la tortita y corté exageradamente un trozo de ella.
Escuchaba a Maehara e Isogai murmurar, alterados por mi cambio de humor tan repentino, mientras que Karma fruncía el ceño, comportándose de la misma manera al comer su tarta de chocolate.
El resto de la comida fue algo incómodo, pero traté de hacerlo lo más ameno posible, ignorando los comentarios de Karma queriendo atacar a mi compañero de clase.
Finalmente nos despedimos en la salida del restaurante, yendo cada dos por su camino.Seguía molesta con Karma, así que no me apetecía dirigirle la palabra, y al parecer por su parte se podía decir lo mismo.
Traté de adelantarlo varias veces, pero él también aceleraba el paso. Era realmente molesto que lo hiciera, sobre todo dado el incómodo silencio que ninguno de los dos rompería.
Llegué a casa y quise despedirme. Abrí la puerta y me quedé quieta, escuchando sus pasos alejarse como si nunca hubiera estado con él.
Suspiré rendida, entrando y quitando mis zapatos para ir a mi habitación.
—Qué mala costumbre de no avisar—cerró la cortina que daba a la calle—. ¿Qué ha pasado con ese chico? Parecías muy enfadada. Y él no se quedaba atrás—dijo en un tono burlón.
—Déjame en paz—respondí de mal humor.
—Niños.
—Buenas tardes, mamá—sonreí—. Con permiso, yo ya me iba a mi cuarto.
—Cariño...
—Estoy bien—levanté mi dedo pulgar—. Me voy a dar una ducha para dormir. Mañana hay clases.
Ninguno trató de interrogarme, así que pude ir tranquila hasta mi habitación, tirando mi bolso al suelo y dejándome caer en la cama.
Seguía tratando de descifrar a ese teñido de mierda.
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NUESTRA PEQUEÑA REALIDAD || KARMA AKABANE X LECTORA
FanfictionKarma Akabane es alguien con fama de buen estudiante y chico violento, por eso, el día que decidió salvarla, se temía lo peor. Sin embargo, todos los rumores del Kunugigaoka se verán envueltos en una mentira cuando la transfieren a la Clase E. Sorpr...