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'Has conocido a la protagonista.'

Me reuní con él para averiguarlo, pero me sorprendí de nuevo. Ya ha realizado trabajo voluntario con ella.

'Entonces, ¿qué voy a hacer ahora?'

Lo esperaba. Es una historia de juego.

Cuando estuve realmente segura de que Winter podría conocer a Yvonne y traerla de vuelta pronto, de repente me asusté. Te lo digo, es una situación potencialmente mortal.

A diferencia de mí, que lo sentía, me miró con emociones incognoscibles y habló con calma.

—Si no quiere quitárselo a los niños más fuertes, coma tanto como pueda.

Eso era cierto. Pero era pobreza con comida mínima en la casa.

—El hecho de que comas mucho hoy no significa que no tengas hambre mañana.

Despertando del pensamiento, me encogí de hombros y respondí insignificantemente.

—Y si comes en exceso mientras te mueres de hambre durante unos días, te enfermarás. ¿No lo has experimentado?

Cuando vi la pupila del espacio vacío expuesta a través de la brecha, pude ver una emoción vívida y desapareció.

—Lo dices como si lo hubieras experimentado.

—¿Pues, qué piensas?

Esbocé una sonrisa que no salía y ahora he predicho lo que podría pensar Winter.

¿La mujer que se convirtió en la única princesa del Imperio una mañana entre la gente común no está contenta con su llamado a la pobreza, o está rezando por una princesa real que le dé ron al ángel incluso en un ambiente pobre?

—Vayamos y averigüemos quién soy hoy.

—...

—No es divertido si te cuento todo.

No importaba ahora por qué me arrastró al trabajo voluntario. El juego ya va por buen camino.

En mi mente, 'Winter Verdandi' estaba pintado con una X roja sobre la pared. Nos mudamos cuando la comida casi había terminado.

Porque todavía queda un lugar más para compartir.

—¿Estás bien?

Quizás debido a mi atrevido atuendo, Winter siguió luciendo arrepentido.

—Todo está bien.

Solo pude decir que estaba bien porque cometí mi propio error.

Además, estaba muy enferma porque estaba repartiendo este pan sin pensar en nada.

Atravesamos el sinuoso callejón y llegamos al final del pueblo.

Cuanto más se llega a las afueras, más edificios, más carreteras menos y menos gente pasa. Y al final del pueblo finalmente llegamos, una amplia llanura sobre un acantilado frente al mar.

Se construyó una casa de chabolas en mal estado, en lugar de un edificio, en un apiñamiento.

Al pasar, me sorprendieron las peores condiciones que la aldea devastada por la guerra.

—¿Dónde diablos estamos?

—La gente del pueblo se ve obligada a usar maná ... Es donde vive la gente que lo posee.

—¿Aquellos con maná? Entonces, ¿estás diciendo magos?

—No. Son literalmente personas tranquilas que carecen de calificaciones y de aprender a ser llamados magos. Después del bombardeo, traje una bola de cristal para comprobar el maná e hice una prueba importante.

Penélope¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora